
No
deja de ser significativo que la película más kamikaze, española
con mayúsculas, de la historia del cine español, la haya perpetrado
un francés (nacido en Bulgaria), Michel Mitrani, para la televisión
francesa (casi
todo el equipo técnico es francés, y el elenco de actores español,
la mitad residentes en España como Francisco Rabal, María Cuadra o
Mario Moreno, y la otra mitad “niños de la guerra” que
desarrollaron casi toda su carrera en Francia, como José María
Flotats, Paloma Matta, muy popular por la serie “Belle et
Sebastien” (1965) y Adelaida Blázquez, posteriormente escritora en
francés), eso sí, escoltado por José Bergamín, el miembro de la
Generación del 27 con menos talento, o menos suerte, que en el fondo
viene a ser lo mismo. La idea es sencilla, suicida, tratar de hacer
una película con una selección de textos de la historia de la
literatura española, hecha por el exiliado Bergamín, y que la cosa
no resulte un simple corta-pega, un teatrillo de provincias. Y a fe
que lo consigue, que diría un castellano viejo. Porque lejos de
resultar un gazpacho sin orden ni concierto, la cosa funciona, la
suma es mayor que las partes, tiene espalda, columna vertebral (el
hilo conductor, el nexo de unión, no podía ser otro que el
Lazarillo de Tormes, el español al cubo, Don Quijote no deja de ser
un crítico, un diletante), sana irreverencia, desmitificación, y
humor, mucho humor, algo profundamente español. Los franceses son
incapaces de cuestionar a sus clásicos, de reírse de ellos, para
los españoles despreciar lo valioso es una religión, una forma de
estar en el mundo sin el sobrepeso castrante de la tradición, de la
autoritas. Como no podía ser de otro modo la película empieza con
un entierro, con la muerte, la gran pasión de los españoles, a la
par que el sexo, la comida y la bebida. El español es hedonista,
materialista, porque no hay un minuto de su vida en el que no tenga
presente la muerte, lo efímero de su paso por este valle de
lágrimas. Somos muertos de permiso, en excedencia, y el que no lo
quiera ver, asumir, al que le dé yuyu, cosica, que se haga
protestante. El discurso sobre la muerte del torero Dominguín es
absolutamente sublime.

Bergamín, con la brillantez, precisión
formal, experimental, de Mitrani, extraen el tuétano de la esencia
de lo español, de su idiosincrasia apasionada, arrebatada. Trazan un
itinerario cultural, histórico, un imaginario colectivo, que acaba
siendo un strip-tease espiritual, individual, una sopa de ajo con más
ajo que pan. El Siglo de Oro encara la modernidad, la posmodernidad,
con la santa pachorra, libertad, de un juglar medieval. “El
séptimo sello” (1957), “El manantial de la doncella” (1960), versión castiza,
es decir, con más chicha, canne, que pescado de cuaresma. Si
“Cómicos” (1954), “El viaje a ninguna parte” (1986) o “Lejos de los árboles” (1963-71) os parecieron profundamente decepcionantes, aquí tenéis el
antídoto, el talismán. El "Tríptico Elemental de España" (1955-61) de Val del
Omar (más Patino, más Berzosa, que colabora en la película, más
“El fantasma de la libertad” (1974), cambiando libertad por muerte) para
todos los públicos, para calenturientos hispanistas de corrala. La
vida como juego, como actuación, el cine como la gran comedia del
mundo. “La barraca” de Lorca (la voz del narrador, locutor de Radio París, es de Julián Antonio Ramírez, que fue miembro de "La Barraca") pasada por el tamiz de Santa Teresa
de Jesús. Una elegía a la muerte desde el amor, correspondido en el
más allá. En España se estrenó en la Filmoteca en 1983, vamos que
no es invisible para los españoles, es lo siguiente. El título (en
principio estaba previsto que en España se estrenara como “El
Greco”) puede parecer una simple parodia, variación, de la
película de Buñuel “El ángel exterminador” (1962), pero en este caso
la gallina fue antes que el huevo, fue Bergamín el que regaló el
título a Buñuel, así que es una reinterpretación irónica de su
propia creación.
“Me
gusta el fuego y la ceniza, me gusta el humo. Me gusta el fuego
cuando se vuelve ceniza. Cuando se disfraza el humo. Humo de sombra
que se deshace en las nubes. Alas en llamas del ángel, arder. Alas
de ángel exterminado.” José
Bergamín
P.D:
No fue la única colaboración entre Mitrani y Bergamín, en 1971
volvieron a hacer otra película juntos para la televisión francesa,
“Reportaje sobre un esqueleto, o máscaras y bergamascos”, esta vez centrada completamente en la
figura de Bergamín, que incluso actúa, aunque el resultado es mucho
más mediocre, es demasiado francesa, pretenciosa.