25 julio 2021

L ´ESPAGNOL (El español) (1967) Jean Prat

 


     ¿Puede una sola película, un solo personaje, crear una identidad cultural, un arquetipo nacional? Pues va a ser que sí, para los franceses de los años 60 y 70, todos los españoles eran Pablo, el personaje español protagonista de esta película, el hipersensible pueblerino francés (de origen catalán), siempre en el buen sentido, Jean-Claude Rolland, hispanista convencido, amaba a Gracián (se graduó con un análisis del “Criticón”), a Lorca (tradujo el “Romancero gitano”), a Alberti, a Machado, fue incluso profesor de español. Y como hablamos de un personaje muy positivo, humano, noble, puro, pues el tópico nos vino muy bien, aunque esas características sean más propias del castellano que del español en general. Vamos que la anterior fama que teníamos de vagos y juerguistas, la serie, que tuvo 20 millones de espectadores, la borró de un plumazo. Aquí nuestro amigo español es trabajador, serio, taciturno, ensimismado, tranquilo, silencioso, vamos lo que no suele ser un español, quizás por eso le gustó tanto a los franceses, porque les descolocó. Características potenciadas gracias al contrapunto que ejerce el otro español de la serie, Roger Ibáñez, Rogelio Ibáñez, el hermano mayor del tristón Paco Ibáñez (que hace un pequeño cameo al principio), que clava al español canónico: artista, salido, malhablado, impulsivo, agresivo e indolente, inolvidables sus rotundos OSTIA. Para terminar de cuadrar el asunto, ambos llegan a Francia huyendo del final de la Guerra Civil, algo que pone muy cachondos a los franceses, si a mayores tienen que ver con los maquis republicanos ya directamente levitan. Hasta aquí lo que atañe a España y a los españoles, que llamándose la serie “El español” no es algo anecdótico, el escritor del libro, y también guionista, el anti-belicista Bernard Clavel, se inspiró en personajes reales, en un viejo amigo llamado Jacinto Pérez. En cuanto a la forma, el punto fuerte de la serie, al menos en la primera parte, “El extranjero en la viña”, la segunda es bastante prescindible, llama la atención que no tiene nada de televisiva, comparte la sobriedad, esencialidad, de las grandes obras rurales del cine francés, de Rouquier a Pialat pasando por el primer Demy. Jean Prat huye del dramatismo, del costumbrismo, y se centra en los rituales, en las acciones cotidianas, maravillosa la vendimia y las idas y venidas al majuelo. El ritmo trasmite la misma apacibilidad, sosiego, que sus honestos protagonistas, es una especie de “Los santos inocentes” sin aristas, sin crítica social, o no excesiva, el español no deja de ser un emigrante sobreexplotado, un paria. Como anécdota, el protagonista se suicidó justo antes del estreno, y el director años después, mayor fatalismo castellano no cabe. 


France Beucler, la subnormal Jeanette, contemplando entre lágrimas al difunto Jean-Claude



No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRÓXIMAMENTE: DIOS ES ESPAÑOL (Cultura española para hispanófobos)

  EXORDIO Sangre y sol      No todo el mundo ha tenido la tremenda suerte, desgracia, de haber nacido en España, es una evidencia estadís...