LA
MUERTE ES PUNTUAL (1967) Sergio Véjar

Como
buen tímido extrovertido, soy acuario pero me tocaba ser aries, soy
sietemesino, siempre me han gustado mucho los culos, desde un punto
de vista estrictamente heterosexual, ni de pequeño me gustaba chupar
caramelos, los mordía, los muerdo. Para un tímido extrovertido dar
la espalda, ver sin ser visto, la esencia del cinéfilo, del voyeur,
siempre es mucho más fácil que dar la cara, los culos son el espejo
del alma, un universo en sí mismos, una abstracción. Los culos
estimulan la imaginación, las expectativas, la de culos bonitos que
volteados se convierten en caraculos. Según el pichabrava de Freud,
esta fijación en la fase anal significa que tienes tendencias
sadomasoquistas, que asocias el placer con el dolor. Pues va a ser
que no, es una mera cuestión estética, formal, las manos están
diseñadas para coger, y lo redondo, lo que sobresale, llama más la
atención, puro darwinismo táctil, visual. Todo este bonito
preámbulo para decir que gracias al perreo, al reguetón, le estoy
cogiendo manía a los culos, algo que nunca le perdonaré a los
latinos. Estos bailes anti-sensuales han convertido el culo en una
lavadora, en una centrifugadora, algo que impide la sana
contemplación reposada, estatuaria. Digamos que hemos pasado del
plano fijo a la steady-cam, del cine observacional al cine de acción.
¿“La muerte es puntual” es una película de culos, clásicos o
posmodernos, lo que viene siendo gordos o panaderos? Pues de nuevo va
a ser que no, lo único que une esta introito con la película es el
hecho de que la dirige un mejicano, siento decepcionaros. Salvo que
seáis “solteros pero aventados”, porque entonces la película os
puede interesar, mucho, incluso a los casados. Y si os gustan las
ostias como panes, ya ni os digo. La secuencia inicial, 6 minutos de
mamporros, que de tan exagerados te acaban provocando la carcajada.
Lo malo, que el resto no es una parodia de película de cine negro a
lo Kitano, es una película que se toma en serio y ahí es donde
pierde toda su gracia. Resumiendo, que la primera secuencia es un
culo respingón, que en cuanto se da la vuelta te tienes que cambiar
de acera. Dios da bragas a quien no tiene culo.
https://www.youtube.com/watch?v=iN_gQALRYmQ
LES
STANCES À SOPHIE (Las estancias de Sofía) (1971) Moshé Mizrahi

Hay
poquitas cosas que envejezcan más rápido que una polémica, que una
provocación. Hablo de cuando existían las polémicas, las
provocaciones, de cuando una obra de arte alcanzaba algún eco en la
sociedad, la revolvía de algún modo. Ahora no, como todo ofende,
nada ofende. Antes de que pueda calar en la sociedad ya ha aparecido
una nueva, sepultada al día siguiente por otra. Ya no se queman
librerías ni salas de cine, los escritores, los directores, son tan
anónimos como en la época del cine clásico. La política de
autores ya solo sobrevive en los festivales, y en las revistas, si es
que siguen existiendo, lo desconozco. Cada vez tengo más claro que
solo existe la política de películas, que son muy pocos directores,
poquísimos, los que merecen la pena ser singularizados, destacados.
La polémica que a nivel nacional, Francia, suscitaron libros como
“La casa del pecado” de Marcela Tinayre, “Claudine” de
Colette, “Bonjour tristesse” de Françoise Sagan, “El equipaje
de arena” de Anna Langfus, o “El reposo del guerrero” de
Christiane Rochefort, casualmente todos escritos por mujeres (o no
tanto, una polémica protagonizada por una mujer, a ser posible
joven, y atractiva, siempre despierta mucho más morbo, y más cuando
las mujeres apenas pintaban nada), sería inviable en la actualidad,
pasarían completamente desapercibidos, el sexo y los amores
intergeneracionales son el pan nuestro de cada día. Lo que es
transgresor en el presente, en el futuro puede ser la cosa más
inofensiva, cotidiana, del mundo. La liberación de la mujer en los
años 60 y 70 tenía un componente revolucionario, escandaloso, que
hace tiempo ha caducado. El feminismo occidental ya solo vive de la
exageración, de la artificial confrontación entre hombres y
mujeres. Afganistán ha desnudado muchas hipocresías, muchas
frivolidades. El primer libro de Christiane Rochefort, “El reposo
del guerrero”, levantó ampollas, eso de que una burguesita
descubra el sexo, el alcohol, la degradación, y no le haga
demasiados ascos, era algo inconcebible. Por supuesto Brigitte Bardot,
la Patricia Conde francesa, corrió a hacerse con los derechos, y su
maridito, el intrascendente Vadim, hizo el trasvase al cine, el
habitual vehículo para el lucimiento, físico, de B.B., incluyo la
hipersobrevalorada “El desprecio” de Godard. A pesar de la
mediocridad de la película casi tuvo 3 millones de espectadores. La
segunda adaptación de uno de sus libros, “Les stances à Sophie”
(1971) de Moshé Mizrahi, no tuvo la misma suerte, a pesar de ser
igual de mala, que la etiqueten como parte de la nouvelle vague es
casi un mal chiste. Cuando la banda sonora ejecutada por el “Art
Ensemble Of Chicago”, que tampoco es para tanto, es lo único por
lo que se recuerda, por algo será.
https://www.youtube.com/watch?v=JmN9rkVfsmo