15 enero 2023

HOLLYWOOD GO HOME! (¡Hollywood a tu puta casa!) (100 películas formales) - PRÓXIMAMENTE

 



INTROITO


     Hay personas que no ven la forma, el lenguaje, de las películas, es un hecho. Algo que en principio no es bueno ni malo, luego matizo. Son los espectadores favoritos de los directores, y sobre todo de los productores. Los únicos que todavía acuden a los cines como quien va a misa, por costumbre. Son los que cuando hablan de una película te hablan de la historia y de los personajes. Vamos que encajarían a la perfección en cualquier club de lectura, o como jurado en un festival de cine español. Sin ellos el cine considerado como industria, como negocio, desaparecería por completo. Todas las escuelas de cine y de interpretación, todos los cursos de guión, de literatura creativa, tendrían que echar el cierre. Sin su perseverancia pagana, toda la crítica mundial tendría que comer altramuces. Luego si lo vemos desde un punto de vista estrictamente económico, macroeconómico, PIB, son completamente necesarios, imprescindibles. No es lo único bueno, no apreciar, ni tan siquiera ver, la forma, el lenguaje, amplía, y mucho, la base de películas que te pueden gustar, entretener. Basta con que te guste un actor, o unos diálogos, para que esa película entre en tu lista de películas favoritas del año. El inconveniente, que todas esas películas suelen ser de usar y tirar, volver a verlas carece de aliciente sabiendo la historia, el final, salvo que quieras aprenderte los diálogos, o te hayas enamorado platónicamente de algún protagonista y necesites verlo como quien acude a una romería. No estoy criticando, juzgando, a estos espectadores, porque en su mayor parte si no son capaces de ver la forma, el lenguaje, no es por incapacidad o falta de inteligencia, sensibilidad, es porque nadie se ha tomado la molestia de enseñarles. También los hay que no quieren que les enseñen porque no quieren perder la “magia” del cine, la “ilusión” de que lo que ven en la pantalla es algo real, un producto que surge por generación espontánea. Los mismos que con cincuenta años todavía se levantan con cierto nerviosismo el día de los Reyes, babean con el Circo del Sol, y cuando ven una cigüeña en el cielo esbozan una ligera sonrisa. Si no te han enseñado que existe una cámara, unos encuadres, un guión, un montaje, una gramática, que puedes seguir o traicionar a capricho pero desde el conocimiento, que existe algo llamado el tiempo y el espacio, y que todo eso tiene un significado muy preciso, o impreciso, pero significado, pues es muy complicado que lo aprecies, que lo disfrutes. Obviamente esto te permite que la experiencia de ver una película sea algo más rica, profunda, que con un solo plano, o solo con su duración, alcances el orgasmo, visual. El inconveniente, que esta experiencia es mucho más personal, única, y difícil de compartir con los demás, cada cual tiene sus propios paradigmas de lo que es formalmente aceptable, o no. Cada espectador tiene un lenguaje que se adapta como un guante a su forma de ser, de respirar, de mirar. Las afinidades en el cine formal son escasas, salvo algunos consensos universales, Bresson, Ozu, Antonioni, el resto es un corpus completamente personal. Un canon que siendo completamente honestos, sinceros, casi es imposible que supere las 100 películas, que pueden parecer pocas, pero que realmente son muchas, porque para disfrutarlas plenamente se necesitan varios visionados, toda una vida. Esta antolejía recoge mis 100 películas formales favoritas, aquellas que me hubiera gustado haber realizado, aquellas que recogen mi forma de entender el tiempo y el espacio, el universo visual, sonoro, en el que me siento comprendido, como en brazos. Seguramente en mi lista de 100 películas favoritas a secas, incluiría algunas otras que me han marcado por razones personales ajenas a la forma, pero ésta es la más cercana a mi idea de lo que es, y deber ser, el cine. Si un cazurro visceral e impulsivo como yo, ha logrado disfrutarlas con el cerebro, vosotros también (si tenéis algún problema para localizarlas, cosa bastante probable, tan fácil como darme un toque).


¿El cine? Un inquietante retorno a la barbarie.” René Doumic




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