17 enero 2023

HEINRICH (Enrique) (1977) Helma Sanders-Brahms

 



     Siempre que me han llamando Romántico en la vida real, y han sido unas cuantas, he apostillado, alemán. Una forma de rebajar el componente atildado, melifluo, delicado, del término. Una forma de incorporarle un plus de violencia, de tragedia, de desesperación. Algo que no tiene en la misma medida el romanticismo italiano y anglosajón, el ruso sí (Pushkin, Lermontov), el español nunca ha existido. Lógicamente los que mejor han hecho el trasvase al cinematógrafo han sido los propios alemanes (Schroeter, Syberberg, Fassbinder, Herzog), y los alemanes por poderes, los portugueses (Oliveira, Morais). Con un par de excepciones latinas, “El diario de Adela H.” (1975) de François Truffaut, y “Un invierno en Mallorca” (1969) de Jaime Camino. Como se puede ver, todos hombres, las pasiones desaforadas, suicidas, están mal vistas en las mujeres, salvo que te llames Emily Brontë o George Sand. O Helma Sanders-Brahms, que en sus primeras películas se dedicó a explorar el trabajo (“El terremoto en Chile”), y la biografía (“Heinrich”), del romántico alemán por antonomasia, el poeta Heinrich von Kleist (1777-1811). Los pobrehombres Nietzsche y Wagner eran dos románticos de mesa camilla, de chocolate con churros. Kleist no, Kleist, como los románticos rusos, llevó sus ideales literarios a la realidad, su búsqueda del absoluto no fue solo una pose creativa. Ya os podéis imaginar el final. Lo que no os podéis imaginar tanto es que el Romanticismo alemán tiene su origen en una tertulia de mujeres, “Universitätsmamsellen” (Señoritas Universitarias), cinco pioneras de la liberación de la mujer: Caroline Schelling, Philippine Engelhard, Meta Forkel-Liebeskind, Therese Huber y Dorothea Schlözzer. En los salones de Caroline se juntaron todos los escritores y pensadores del Romanticismo. Sin Adolfine Vogel, “Henriette Vogel”, su musa en la vida y en la muerte (estaba enferma terminal de un cáncer de mama, este episodio también ha inspirado otra película, la irónica, gélida, anti-romántica, “Amor loco” (2014), de la austriaca Jessica Hausner), el absolutista megalómano Kleist no sería Kleist. ¿Helma Sanders está a esa altura romántica? Pues sinceramente no, ni en esta película, ni en ninguna (infinitamente mejor la obra maestra de Syberberg, “San Domingo” (1970), inspirada muy libremente en la obra de Kleist). ¿Y entonces a que viene este texto? Pues una excusa como otra cualquiera para hablar de Kleist, de Cioran: “Es imposible leer una línea de Kleist sin pensar en que se mató. Es como si su suicidio hubiera precedido a su obra”.




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