Vamos que no es ninguna maravilla (“nos amamos, sin maravilla, sin eternidad”). Objetivamente hablando, subjetivamente ya es otro cantar. Formalmente es multiorgásmica, un continuo experimento, ejercicio de estilo, el montaje, las elipsis, las dilataciones, de palote. Akerman (“Toda una noche” (1982)) es muy buena, nadie lo pone en duda, salvo que seas ciego, pero lo que tampoco nadie puede decir, por mucho que se empeñe Sight & Sound y sus genuflexos comparsas, sosias, es que Akerman es la mejor directora de la historia del cine. Más que nada porque ese calificativo ya está adjudicado, Marguerite Duras, y no hay visos de que esté en peligro de remoción. Marguerite Duras te puede gustar o no gustar, parecerte muy aburrida, pretenciosa, que lo es, y mucho, también como escritora, pero negar su importancia capital, su radical diferencia, es tanto como decir que el sol sale por Antequera. Duras es Duras, y tardas menos de un minuto en reconocerla. ¿Y a qué viene esta chapa sobre Akerman-Duras, si la película es del búlgaro Michel Mitrani (un viejo conocido del blog, “Los ángeles exterminados” (1968), que no es una excepción, “Un balcon en forêt” (1979))? Pues a que “Sin maravilla” es ni más ni menos el primer guión para televisión de Marguerite Duras, y la película esencial para comprender su estilo, que en gran parte nace de aquí, en cuanto des al play creerás estar viendo “La mujer del Ganges” (1974), y de “El año pasado en Marienbad” (1961) de Resnais (comparten mismo operador de cámara, director de fotografía, Sacha Vierny), película tan coñazo como capital. Obra maestra en su sentido primigenio, el de mostrar un camino, que no tiene que ser sinónimo de cumbre, abrir una nueva vía para que los demás puedan subir más alto. Cosa que hicieron entre otros Mitrani, que con esta película eleva el esteticismo por el esteticismo de Resnais a cotas sublimes, Duras, “Ágata, o las lecturas ilimitadas” (1981), Yoshida, “Adiós a la luz del verano” (1968), o Alemann, “El viaje a Lyon” (1980). “Sin maravilla” se podría calificar como la primera película plenamente “nouveau roman” (nueva novela), ex-aequo con la aparente “La inmortal” (1963) de Robbe-Grillet. Es decir, objetivar una historia, desnudarla de psicología, de identificación emocional, diálogos sentenciosos, pretenciosos, hiperliterarios, que no necesitan ni ser traducidos, son música de ambiente, atmósfera, falta de progresión dramática, personajes planos dentro de su arrebatamiento, ensimismados, historias detenidas, sin evolución, ni resolución. Lo que tanto se critica de Duras, de Akerman, y que es la quintaesencia de su estilo. Si los personajes que deambulan por sus películas son modelos, maniquís, de forma deliberada, nadie las puede acusar de frías, de distanciadas, justo lo que buscan. A un gordo no se le puede recriminar no ser delgado, hay que juzgarlo desde la gordura, no desde la delgadez. Si Duras, Akerman, Mitrani, formalizan, estetizan, los sentimientos, los movimientos, los encuadres, decir que son formalistas, artificiosas, es una definición precisa, no un insulto, salvo los que lo utilizan con ese fin, incapaces de reflexionar sobre lo que ven. Si no narra de la forma habitual, es porque no sabe narrar, palabra de cuñao. “Es legítimo emplear un lenguaje difícil para decir cosas difíciles” (Sartre).
El fornicio, óleo sobre celuloide
Si algo caracteriza el cine moderno es la ruptura de las convenciones, el querer salirse del patrón teatral plano-contraplano, diálogos literarios, construcción dramática, puesta en escena, el tomar aire. Dar importancia a factores hasta ese momento secundarios, accesorios, como el movimiento, el tiempo, la elipsis, el exterior. En el cine clásico no se pasea, como mucho se camina mientras se habla. En el cine moderno el movimiento no tiene porque ser forzosamente narrativo, ni cumplir una función transitiva, tiene valor por sí mismo, el de penetrar el espacio, el de hacer visible el tiempo, el exterior. Las personas ya no son el centro, ni los lugares, los paisajes, decorados. Digamos que el cine moderno es una evolución, decantación, del western, exteriores, planos generales, planos secuencia, movimiento a caballo, llevado al ámbito urbano, peatón. Las famosas passeggiatas, caminatas, de Antonioni, que no fue su creador, tampoco Malle, “Ascensor para el cadalso” (1958), pero sí quien las elevó a otra dimensión más abstracta, afuncional. Los personajes de Antonioni cuando están perdidos pasean, cuando están aburridos pasean, cuando están desesperados pasean, es su forma de divagar, no son solo derivas, digresiones, alivios narrativos, tienen un componente metafísico, es la geometría del espíritu. Pasear para los personajes de Antonioni, de Duras, de Akerman, es un ritual sagrado, su forma de comunicarse con la realidad, su única integración posible. Mientras se mueven existen, cuando se detienen, cuando hablan, sienten la impotencia de la incomunicación, del vacío. Por eso en las películas de Antonioni, de Duras, el silencio, las miradas, los gestos, los paseos, tienen más importancia que las palabras, porque revelan el interior. “Sin maravilla” es el germen de todo esto, la espoleta del singular camino de Duras en cine (hasta espacial, la mansión modernista de Sèvres, construida por el arquitecto Hector Guimard, y sus variaciones, es su marca de agua), el acicate para pasar del escritorio al refectorio. Una mujer y un hombre que se encuentran, sin encontrarse del todo, el resumen de todas la no-historias, películas, libros, de Marguerite Duras. La primera gran obra maestra de Marguerite Duras, y no tuvo ni que rodarla. La “Vivir su vida” (1962) de la televisión.
Mitrani arrimando cebolleta a la fascinante Alexandra Stewart
“Sin maravilla fue para mí una aventura estética, una revuelta contra “la tiranía del rostro humano” en televisión. Se le ha reprochado a Sin maravilla ser una obra inhumana y descarnada. Sí, los personajes estaban fuera de lo humano, como “dobles” en cierto modo.” Michel Mitrani
P.D: No descarto para nada currarme unos subtítulos, no todos los días aparece una top-100 cine francés (hoy top-10), una top-100 cine formal.
Interesantísima entrada. ¿Cómo valoras otras dos películas del mundo Duras como Une aussi longue absence de Henri Colpi y 10:30 P.M. Summer de Jules Dassin?
ResponderEliminarLa de Colpi, genial montador, hace años que no la veo pero en su día me gustó muchísmo, la de Dassin lo mismo, lleva años en mi antolejía del cine español, me encanta su crudeza. Todo lo que toca Duras lo mejora, también son muy buenas "Nuit noire, Calcutta", por supuesto "Hiroshima, mon amour", "Mademoiselle" e incluso "En rachachant".
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