21 marzo 2024

¿EN QUÉ HA FALLADO/FALLA LA CINEFILIA-CRÍTICA ESPAÑOLA?

 

La crítica (todos los grabados de Julio Ruelas)


     En muchas cosas, demasiadas. Antes de nada aclarar que voy a generalizar para que los problemas sean más evidentes, como todo en esta vida existen excepciones, pocas, muy pocas. Los principales pecados capitales de la cinefilia-crítica son los siguientes, casi todos ismos: el seguidismo, el individualismo-quijotismo-divismo-narcisismo, el amiguismo-enchufismo, el cortoplacismo, y el trepismo, el sempiterno quítate tú para ponerme yo. Antes de entrar a desarrollar estos puntos, empiezo señalando que el principal problema de todos es que en España nunca ha existido una verdadera cinefilia al margen de la crítica, ha habido una crítica oficial, la que cobraba a fin de mes, y una paracrítica amateur, aspirante a cobrar a fin de mes. Un conjunto de espectadores que de forma destinteresada, militante, se organice para difundir un cine alternativo al que se estrena en salas y festivales en España es una quimera. El cineclubismo nunca llegó a cuajar fuera del ámbito universitario, y solo durante el periodo universitario, una vez fuera la pasión cinéfila se diluye o directamente desaparece. Los foros de descarga o de opinión, que tanto proliferaron a finales de los 90, llevan años, casi décadas, vegetando. Nunca ha existido una crítica-cinefilia alternativa, anti-sistema, existía/existe, la destinada a los estrenos, y la destinada a los festivales. Y cada una defiende su pequeño gueto con uñas y dientes. Una defiende un sistema, digamos privado, capitalismo cinematográfico, público pagano, y otra un sistema, digamos público, subvencionado, incluyo todo tipo de fundaciones, festivales e instituciones culturales. Dentro de este sector viven, a la sopa boba, todos aquellos cinéfilos radicales que en los 90 y principios del siglo XXI decían ser anti-sistema, alternativos, marginales, los no aspiramos a ser críticos ni programadores, lo nuestro es pura devoción, el cine como devoción. Una vez dentro del sistema son indistinguibles de los otros, de los anteriores, sin mantener el sistema, no se puede ir en contra del gusto general del contribuyente, se van a la cola del paro. Todas las revistas amateur desaparecieron en cuanto metieron la patita en el sistema, o en cuanto comprobaron que no podían meter la patita en el sistema. Se ve que lo de escribir para tratar de difundir el cine menos conocido no es suficiente aliciente, recompensa. Porque esa es otra, el principal esfuerzo cinéfilo de escritura colectiva, léase Filmaffinity, IMDB o Letterboxd, principalmente va destinado al cine ya conocido, difundido, el único que te puede dar cierta visibilidad entre los cinéfilos lectores, que generalmente buscan reafirmar sus opiniones-gustos previos, y el resto acaba desapareciendo en ese magma gigantesco de películas, listas y textos intrascendentes, repetitivos. Todas las listas de las mejores películas de estas páginas acaban convergiendo, siendo prácticamente iguales, el conocido efecto del consenso de la mediocridad. Un fenómeno del que ni tan siquiera pueden huir las listas supuestamente más comprometidas, serias, como la de Sight&Sound, que da un poco de verguencita ajena, basta con tener contactos para poder participar, no hay ni la más mínima criba cinéfila, el criterio, la trayectoria, es lo de menos. Cualquier lista de cine mundial queda completamente desacreditada cuando hay más películas del siglo XXI, su Edad de Plástico, que de los 60 o 70, el conocido efecto lo último que he visto, lo que viene siendo la anti-cinefilia, la anti-crítica, que debería consistir en fomentar el espíritu crítico, y en huir del espejismo del presente, concepto que en arte no existe, todo es tradición, la posmodernidad es un invento para poder vivir del cuento borrando, ninguneando, el pasado. Si mato al padre, el hijo no es un inútil por comparación. La estrategia de la crítica desde que es critica, cine es lo que se estrena esta semana, lo demás huele a rancio. Solo desde la desmemoria cinéfila se puede lograr que el público actual acuda a las salas virgen de expectativas, de exigencias de calidad, sumiso a lo que le quieran vender.





     Hecha la introducción, seguramente más larga que el desarrollo, paso a los pecados capitales de la cinefilia-crítica, como ya he dicho antes, completamente indistinguibles. El seguidismo, el afrancesamiento, España nunca ha tenido una crítica propia, unas ideas de cine propias, una política de autores propia. El corta y pega de las revistas de cine francesas, inglesas, americanas, las traducciones encubiertas y no reconocidas, siempre ha sido la práctica habitual de los cinéfilos-críticos españoles. El abordar cualquier texto a puerta gayola, sin leer previamente todo lo que ya se ha escrito sobre determinada película, director, es algo que ni se contempla, podría salir algo personal, diferente, algo que cuestione las opiniones generalmente aceptadas, lo cinéfilamente correcto. Lo que sancionan los críticos franceses y anglosajones es palabrita del niño Jesús, su canon es el canon, establecer nuestro propio canon requiere demasiado esfuerzo, valor, remar a contracorriente es muy cansino, agotador. El resultado es que en estos chauvinistas cánones siempre hay mayoría de películas americanas y francesas, la mayoría intrascendentes, ridículas. Sus historias del cine se podrían resumir en: nosotros somos el cine, y el resto migajas, simples calcos. Cualquier canon de 1.000 películas en el que no haya al menos 500 europeas, o 100 asiáticas, es una soberana estupidez, una supina muestra de ignorancia, de incultura, de paletismo cinéfilo-crítico. A estas alturas es imposible luchar contra la política de autores, volver a la política de películas, la única realista hablando de cine, de arte, pero lo que sí se puede hacer es al menos plantear un olimpo alternativo, o ser crítico con el ya establecido, generalmente muy alejado de nuestra propia idiosincrasia cultural, de nuestros propios usos y costumbres creativos, que hablando de España es hablar de la cima de casi todas las manifestaciones artísticas a nivel mundial. ¿Si nuestro arte es diferente, singular, y siempre lo ha sido, porque adoptar plantillas de valoración ajenas? ¿Por qué no imponer nuestra forma de ver, de sentir, de expresarnos, mucho más visceral, humorística y apasionada, de analizar, el arte, que nada tiene que ver con el cartesianismo, racionalismo, francés, con el conductismo, materialismo, anglosajón? Por simple pereza, indolencia, acomplejamiento, por el habitual desprecio, menosprecio, a lo propio. El crítico-cinéfilo español es más feliz invirtiendo su tiempo, sus esfuerzos, en tratar de ser aceptado por los prepotentes críticos franceses-americanos, su sueño dorado es formar parte de ellos, que luchando contra ellos, que tratando de imponer su propio criterio, visión. Hemos renunciado a la lucha sin tan siquiera haberla comenzado, ni aspiramos a convencer, ni a vencer, solo a la sumisa, condescendiente, aceptación. La crítica-cinefilia española es de naturaleza borreguil, mataría por defender “El Padrino”, que ni nos va ni nos viene, la Picaresca es otra cosa, y se pondría la primera de la fila para apedrear a “La tía Tula”. Tenemos la crítica-cinefilia que nos merecemos, la que nos hemos dejado imponer. 



Los fuegos fatuos


     Pasemos al individualismo, al quiijotismo, al divismo, al narcisismo. Aquí todo cinéfilo-crítico se cree imbuido de la verdad universal, su criterio es la ley, aprender de los demás, sumar los hallazgos de los demás, es rebajarse, humillarse. Cada cual apadrina a sus propios autores, por supuesto incontestables, y les pone unas velitas, que si tiene la suerte de tener algunos amigos influyentes, sonarán hasta en la sopa, aunque lleven décadas siendo la mosca muerta en la sopa. De ahí la multiplicación de podcasts de cine (blogger ya no deja de ser más que un atavismo vintage, una resistencia numantina por inercia), que tienen exactamente la misma audiencia que las antiguas emisoras locales independientes de radio, entre cero y ninguna, lo que en términos psiquiátricos se llama hablar solo. El divide y vencerás leído a la contra, porque ese lema está destinado al enemigo, no al supuesto cinéfilo compañero de fatigas. El éxito de los demás es nuestro fracaso, el cinéfilo-crítico con lectores, repercusión, es el enemigo a batir, cuando lo lógico sería que se tratase de utilizar ese altavoz para ampliar el foco, para construir una cinefilia, una base de espectadores comprometidos, apasionados. Hay tantos guetos cinéfilos, tanta especialización forzada, que es imposible hacerse una idea global de nada. Que me hacen algo de casito con el cine experimental, incluso me llaman para programar y todo, pues a partir de ese momento solo hablo de cine experimental. La cinefilia-crítica como medio para un fin, vivir del cine, o buscar repercusión personal, vamos puro narcisismo, no como un fin en sí mismo. Que de pronto se pone de moda el western, pues vaquero de toda la vida, lo que siempre se ha llamado oportunismo, bienquedismo. La de directores que han sido encumbrados injustamente simplemente por seguir la corriente, por apuntarse a caballo ganador, o por algo tan ridículo como compartir el tanto de su descubrimiento. Si cientos de críticos-cinéfilos dicen que es bueno por algo será, todos los premios y listas de las favoritas del año funcionan así, por arrastre, por efecto percha. El ser humano es inseguro por naturaleza, el crítico-cinéfilo aún más, y aspira a ser aceptado por los demás, algo incompatible con la libertad, con tener criterio, gustos, propios. El efecto masa es muy poderoso, aunque casi siempre en materia cinematográfica sea un rebaño que se dirige directamente a un precipicio. Hay demasiados críticos a los que no les gusta el cine, que carecen de curiosidad, de espíritu crítico, de criterio, son coleccionistas de fotografías, de autógrafos, de canapés, groupies, parásitos del cine que tragan con lo que sea, escriben con plantilla, ajena, la que previamente ha establecido la línea editorial, los productores, los propios directores. El amiguismo-enchufismo, el trepismo, es directa consecuencia de esto, como el cine es lo de menos, un medio, llegar es lo importante, a costa de quien sea, lo indiferente es el cómo, ¿y cuál es la manera más fácil en España, la única? Pues tirar de amigos, de contactos, la vía más directa para conseguir cualquier cosa, desde ser director de un Festival, a programador, a profesor de una escuela de cine, o simple taquillero. La meritocracia en términos de cine no existe, una llamada a tiempo abre mucho más caminos que un currículo, que una trayectoria de constancia, esfuerzo y voluntad. Total, lo importante es el aquí y ahora, el cortoplacismo, el sobrevivir, el cubrir el expediente, el cine en el fondo no es gran cosa, mero entretenimiento intrascendente, un lujo cultural para intelectuales aburridos, sociópatas, y sin porvenir. La cultura cinematográfica española se cimenta en el orden analfabético, en el homenaje post-mortem. Larga vida a la cinefilia-crítica española, si es que algún día consigue nacer, aunque sea con fórceps, con palillos. 










No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRÓXIMAMENTE: DIOS ES ESPAÑOL (Cultura española para hispanófobos)

  EXORDIO Sangre y sol      No todo el mundo ha tenido la tremenda suerte, desgracia, de haber nacido en España, es una evidencia estadís...