26 diciembre 2022

THE REHEARSAL (El ensayo) (2022) Nathan Fielder (Serie)

 


     Cuando has alcanzado la cumbre de la comedia-reality, del falso documental, “Nathan for You” (2013-2017), solo te quedan dos opciones: tirarte cuesta abajo, repetirte, o pasar al siguiente nivel, la tragicomedia, o en este caso la comitragedia, hacer pasar la comedia por una tragedia. No saber si lo que estás viendo es una tragedia o una comedia, personas reales o actores, si te lo tienes que tomar en serio o se están riendo de ti en tus propias narices. Como hablamos de Nathan Fielder, sabes sobre seguro que es la segunda opción, pero mientras lo ves es inevitable que te siembre la duda. Una duda extensible a la propia naturaleza de lo que estás viendo, ¿un docudrama?, ¿un reality?, ¿una ficción pura?, ¿un guiñol? Todas las opciones caben en tu cabeza, y eso solo lo puede conseguir un genio, del humor, y de la manipulación. Combinar el humor negro con el humor tontorrón, y que en todo momento no creas estar viendo una comedia, sino una ridícula tragedia con sutiles pellizcos de humor, que de tan gruesos se vuelven transparentes, para dar aire al drama, para quitarle hierro. La serie es el alter-ego perfecto de la cara de Nathan, un rostro tan inexpresivo como el de Hello Kitty en el que caben todas las interpretaciones, matices. No es que sea un cara de palo como Keaton, ni simule la inocencia de un Kaufman, es que da la sensación de que ni él mismo sabe hasta que punto una situación es graciosa o dramática, una especie de humor aspérgico, autista. Lo que viene siendo llevar los límites del humor, de la ficción, de la telerrealidad, a su límite real, la delgada línea roja que separa el absurdo de la carcajada. Nathan desnuda al humor del humor para que podamos contemplar lo patética que resulta la comedia inserta en la realidad, lo estúpido que resulta el drama cuando se ve desde fuera, con la distancia del humor, de la tragedia. Para que quede claro de una vez, la serie es el ensayo de un borrador, la escaleta de una realidad, que en manos de otro director, de otro humorista, sería un guión definitivo, una simple ficción. Si el humor es sacudirte las expectativas, darle la vuelta a los tópicos desde los tópicos, “El ensayo” es una continua carcajada abortada antes de salir. De nuevo se constatan dos axiomas de la manipulación, que cualquier cosa narrada con tranquilidad resulta verosímil, y que una mentira se convierte en verdad si se cuenta con convicción, si se cree en ella, la verdad objetiva no existe, solo percepciones. La verdad es una mentira a la que no se le ve la etiqueta, la ficción una verdad con costuras, y el amor una utopía de baja intensidad incompatible con la libertad. No sé si es la mejor comedia del año, o el mejor drama, pero desde luego es la mejor (salvo el último capítulo, un innecesario rizar el rizo, que vaya a haber una segunda temporada es un sinsentido), a años luz del resto, que han envejecido cien años con su aparición, ya no digamos “El Show de Truman”, “Familia”, “El elegido” no tanto, “Blow-Up” nada. Digamos que es una evolución, vuelta de tuerca, de “Next of Kin” (1984) y “El liquidador” (1991), ambas del también canadiense Etom Egoyan. El día a día de un sociópata, de un esquizofrénico, que no puede vivir sin verse, y el sueño de cualquier paranoico, inseguro, pre y pos pandémico, tratar de controlar, de anticipar, todas las variables de la vida, toda la gama posible de emociones, de reacciones. Hacer de la vida algo acabado, pulido, estable, y no un simple ensayo a base de pruebas y errores, sin vuelta atrás. Un complejo ejercicio de metahumorismo, la cebolla de la impostura, una completa deconstrucción, demolición, del arte dramático-humorístico, del cine como modelo, como reflejo. Un cagarse en el actors-studio, en el sistema Stanislavski, desde dentro, un asumir a regañadientes que la empatía, ponerse en el lugar del otro, es una quimera, un trampantojo. ¿Quién ganará al final, la teoría de juegos, o la teoría del caos?




Temo haber vivido mi vida como si ello fuera un simulacro. Como si yo tuviera el don de vivir por mí dos veces. De haber dejado a un lado la que importa en prenda de una vez futura, y haber malgastado en borradores la presente.” Rafael Berrio





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