20 diciembre 2022

GILDA LIVE (En directo) (1980) Mike Nichols

 


     Como buen español, soy prejuicioso. Como mal español, siempre trato de sepultarlos a base de conocimiento, de curiosidad. Y el prejuicio más asentado, extendido, tanto en España como en el resto del mundo, es que las mujeres carecen de sentido del humor, que por razones casi biológicas están incapacitadas para ejercer de humoristas. La estadística, la historiografía, no engañan, los fríos datos objetivos son incontestables. En el imaginario colectivo universal no hay ninguna mujer humorista conocida, ninguna. ¿Injusto? Pues sí, porque las hay, y porque hay que preguntarse las razones de este ninguneo. Que haya habido pocas mujeres dedicadas al humor tiene una sencilla explicación, las mujeres a lo largo de la historia han sido educadas en la discreción, en la corrección, en la sumisión, tres características incompatibles con el humor, que es transgresor, provocador, antisistema, por definición. En cuanto la mujer empezó a salir del castrador ámbito de lo doméstico, en cuanto empezó a socializar en los Salones, el humor también afloró en sus espíritus, un humor que siempre había estado larvado, reprimido. Las escritoras empezaron a hacer uso de él pero con limitaciones, solo les estaba permitido un tipo muy concreto, la ironía, el humor chabacano, escatológico, verde, era patrimonio exclusivo de los hombres, las mujeres no podían ser vulgares, solo elegantes, recatadas.



     Con el nacimiento del cine, del slapstick, del humor físico, la cosa empezó a cambiar lentamente, muy lentamente. Pese a excepciones excepcionales como la gran Mabel Normand, la primera gran humorista de la historia, se codeaba con Chaplin, la mujer en el cine mudo seguía ejerciendo un papel completamente pasivo, de objeto amoroso, de reclamo sexual. La situación en el sonoro tampoco cambia demasiado, solo las mujeres fatales, Greta Garbo, Mae West, Lauren Bacall, y las fierecillas domadas, Katherine Hepburn, Carole Lombard (“Confesión sincera”), la segunda gran humorista de la historia, pueden permitirse la ironía, y el resto el papel de tontas rubias, graciosas y alocadas, de Lucille Ball, la tercera gran humorista, a Marilyn Monroe, pasando por Judy Holliday, aunque la pionera Lucille, sus comedias televisivas arrasaron, "I Love Lucy" (1951), "The Lucy Show" (1962), y la superdotada Marilyn, de tontas tenían lo justo, como mucho se lo hacían. Estereotipo que sigue intacto en la actualidad, Cameron Diaz, Jennifer Aniston, Lisa Kudrow, incluso en España, donde Patricia Conde, ligera evolución de Fedra Lorente “La Bombi”, lo clava. Con la liberación de la mujer en los años 60-70, de la mujer americana, no nos pasemos de optimistas, gracias al hippismo y al feminismo, las cosas empiezan a cambiar. Carol Burnett tiene su propio programa de variedades, “The Carol Burnett Show” (1967), un hito comparable al posterior de “Las chicas de oro” (1985), o en la misógina (¿alguien recuerda a alguna humorista en “Flying Circus”?) Gran Bretaña “The Tracy Ullman Show” (1987), “Keeping Up Appearances” (1990) y la genial "Absolutely Fabulous" (1992) de Jennifer Saunders. Barbra Streisand y Goldie Hawn (Meg Ryan) protagonizan películas, Goldie (Meg) perpetuando el rol de rubia inocente, y Barbara llevando a cotas sublimes el de pesada despistada, “¿Qué me pasa Doctor?” (1972), “Combate de fondo” (1979). Elaine May (“The Heartbreak Kid”, "Ishtar”) dirige comedias, Lina Wertmuller (“I Basilischi”) en Italia.




     Y Gilda Radner, Guilda Radna, la mejor comedianta de los tiempos modernos, a la altura de Andy Kaufman, siendo la mejor con diferencia de la primera etapa del mítico programa televisivo “Saturday Night Live” (1975-1980), la cuna de todos los monologuistas-humoristas españoles, sobre todo los más politizados, sin olvidar a los omnipresentes Monty Python. De hecho es aquí en España donde más se la ha plagiado, José Mota, Joaquín Reyes, y sobre todo Silvia Abril, no saben hacer otra cosa. Fue la única mujer humorista integrante de la versión teatral de la revista satírica “National Lampoon” (el resto eran John Belushi, Chevy Chase, Bill Murray, Brian Doyle, Harold Ramis (sí sí, el director de “Atrapado en el tiempo” (1993), y principal artífice de la serie canadiense de sketchs “Second City Television” (SCTV), solo en su primera temporada) y Richard Belzer), el germen de SNL (más Steve Martin, “Un tipo solitario”). Aunque en SNL había más, Jane Curtin, Laraine Newman, ninguna tiene su vis cómica, su desparpajo, su dominio de la escena, de los silencios, de las miradas, su facilidad para crear diferentes personajes, Judy Miller, Barbara Wawa, Rhoda Weiss, Lisa Loopner, Roseanne Roseannadanna, Emily Litella, todos igual de entrañables, de geniales. Aúna todas las disciplinas artísticas, era una genial cantante, bailarina, música, payasa, en el humor físico no tiene parangón, solo se la puede comparar con Lina Morgan, nuestra mejor comedianta (tampoco hay mucho donde elegir, la pionera Luisa Esteso, Mari Sampere, a la que nunca le he visto la gracia, la displicente Rosa María Sardá, la descerebrada Paz Padilla, Yolanda Ramos según el día, Eva H. muy al principio, y la brutal Victoria Martín, cuando lo era, ya no). Pues todas esas virtudes, y muchas más, se pueden apreciar en esta maravillosa película, que en principio se iba a llamar como su espectáculo en Broadway “Gilda Radner: Live from New York”, antología musical de sus mejores personajes en SNL, en todos los casos mejorando los sketches originales. La obra maestra absoluta de las películas que recogen una obra en directo (no solo de Stand-Up, vamos Club de la Comedia), que en general no pasan de vulgares registros. La judía Gilda Radner en continuo estado de gracia, dejando para la posteridad lo mejor de sí misma en el momento cumbre de su carrera (sin olvidar sus delirantes intervenciones en “The Muppet Show”), y el más bajo de su vida, tenía graves problemas de bulimia-anorexia. A partir de ahí el declive artístico, y la felicidad vital, se casa con el cachondo de Gene Wilder ("El jovencito Frankenstein" (1974), "Sillas de montar calientes" (1974), "El expreso de Chicago" (1976), y todas las películas con Richard Pryor), que la dirige en su peor etapa, “Una fuga muy chiflada” (1982), “La mujer de rojo” (1984) y “Terrorífica luna de miel” (1986), Radner no pudo expresarse del todo en cine, o no a la altura de Madeline Khan. Y de repente la diagnostican un cáncer de ovarios, del que moriría con 42 años solamente, no sin antes convertirse en una activista del diagnóstico precoz del cáncer, y escribir su autobiografía, “It´s Always Something” (1989), que no pudo ver publicada. En la actualidad todavía existen los “Gilda´s Club”, creados por Gene Wilder, familia y amigos, unos centros que sirven para ayudar y orientar psicológicamente a las familias con cáncer. Volviendo al principio, si después de ver esta película, seguís pensando que no existen grandes humoristas mujeres, el problema es vuestro, que sois unos siesos, unos tristes, unos descastaos.


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 “Las noticias nunca significaron nada para nosotros en “SNL” porque siempre las mirábamos para ver cómo satirizarlas. Nada en nuestra vida personal era sagrado. Lo usábamos todo como material para el programa. Lo más importante eran esos noventa minutos en directo el sábado por la noche. ¿Qué importaba que todo el mundo se estuviera desmoronando mientras pudieras encontrar una broma o inventar una escena? Millones de estadounidenses vieron lo que hicimos, y fue un momento mágico. Creíamos que éramos inmortales, al menos durante cinco años. Pero eso ya no existe. Ahora suceden cosas reales.” Gilda Radner



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