27 febrero 2022

BABI YAR. CONTEXT (Contexto) (2021) Sergei Loznitsa

 


     Hay que amar al prójimo como a uno mismo, la fraternidad es uno de los valores fundamentales del republicanismo. Como sana aspiración en la vida está muy bien, suena hasta bonito y todo, pero es un hecho que hay pueblos, tragedias, con las que te identificas, y otras con las que no. El sufrimiento debería ser universal, pero hay dolores que te tocan y otros que te dejan más indiferente, la psicopatía, la falta de empatía, el autismo, es el mal del siglo XXI. Las Guerras de Siria, Afganistán, Yemen, no es que nos resbalasen, las imágenes de los refugiados nos tocaban, pero, el famoso pero, no alteraban en casi nada nuestra cotidianidad, eran daños, molestias, colaterales. Cuestión cultural, y religiosa, ni eran europeos ni cristianos, ni compartían nuestros valores ni nuestros usos y costumbres. Vamos que los veíamos como potenciales yihadistas, no como futuros vecinos. A los españoles nos costó varios siglos expulsar a los moros, y cariño, lo que se dice cariño, no les tenemos, es algo que roza lo atávico. Con los ucranianos no nos pasa lo mismo, en el imaginario colectivo Ucrania es Chernobyl, los huérfanos de Chernobyl, que hace décadas vienen de vacaciones a España, y Shevchenko, el mítico delantero del Milan, el que mejor representa la gallardía, que antigua suena esta palabra, del pueblo ucraniano. La identificación con ellos es completa, absoluta, vemos reflejado en su patriotismo, en su suicida comportamiento, lo mejor de nuestra historia. Nos hace recordar Numancia, la Reconquista, el levantamiento del 2 de mayo de 1808, la no claudicación de Madrid en la Guerra Civil, las remontadas europeas del Real Madrid, la derrota de ETA, la resistencia al Golpe de Estado de los supremacistas catalanes (casualmente apoyado, subvencionado, por Putin). Que tanto tiene que ver con esta invasión, una fuerza externa, extranjera, los separatistas catalanes, queriendo romper la indisoluble unidad territorial, la soberanía del pueblo español, algo que defenderemos con nuestra propia sangre si es necesario, preciso. O eso es lo que queremos pensar, soñar, de ahí que vivamos la Resistencia de Ucrania contra el invasor ruso como cosa propia, personal, algo que tiene a los supremacistas catalanes y vascos llorando por las esquinas. Ven como en un espejo lo que les podría pasar si pasaran de la retórica bélica para monguers, para randoms, para partisanos tuiteros, a la acción, al cuerpo a cuerpo, el 1 de Octubre no pasó de ser una infantil charlotada, con escudos humanos (mujeres, ancianos y niños) incluidos, un alarde de valentía, recuerdo que con cero adhesiones internacionales, vamos igualito que Ucrania. Que los únicos que estén del lado del invasor, del fascista, comunista pata negra para más señas, Putin, sean los de Unidas Podemos, los supremacistas catalanes y vascos, Venezuela y Cuba, es de traca, roza la subnormalidad, la estulticia, suicidio, ideológico. Es evidente que hace años que no pisan la calle, que no escuchan a los obreros ni a la clase media, no me extraña que VOX les haya comido la merienda en los barrios, y en las urnas, siempre están en el lado equivocado de la historia, con los nacionalismos excluyentes, totalitarios, xenófobos. La izquierda no pinta nada en los asuntos identitarios, vulgar entretenimiento de burgueses amargados.




     Ucrania en términos cinéfilos se reduce prácticamente a dos nombres, Dovzhenko en el mudo, y Loznitsa en el sonoro, aunque en sus mejores películas, “Portret” (Retrato) (2002), “Blokada” (Bloqueo) (2006), hablar, lo que se dice hablar, no se habla mucho, sus imágenes, sobre todo cuando son de archivo, hablan por sí mismas. Loznitsa es el director que mejor ha sabido leer, contextualizando, el pasado de Ucrania, de Europa, y su presente, incluida la ocupación de Rusia, que realmente comenzó hace años, 2014, ahora solo vivimos sus últimos coletazos, los fuegos artificiales. Su última película, “Babi Yar. Contexto” (2021), que narra el exterminio judío en una localidad ucraniana por parte de los nazis, a este respecto resulta visionaria, solo hace falta cambiar Hitler por Putin, lo mismo se puede decir de “Donbass” (2017). Loznitsa recupera la grandeza, precisión, de “Blokada” (2006), para hacer un análisis certero de las causas de la invasión rusa, del odio al comunismo de todos los países del Este, los únicos que sufrieron el genocidio soviético en sus carnes, que no idealizan, ni justifican, una dictadura fascista, imperialista, como sucede con la populista izquierda española de urbanización, y la hispanófoba, racista, homófoba, sudamericana. A estas alturas ya es más que evidente que Putin ha cometido una cagada estratégica de dimensiones bíblicas, un órdago a la grande sin cartas, contaba con la inacción de los dirigentes europeos, y hacía bien en contar con ella, pero no calibró la reacción numantina de los ucranianos, y de la gente de a pie, que gracias a las redes sociales han conseguido que los políticos muevan el culo, y aprieten el botón rojo nuclear del siglo XXI, el SWIFT (sistema de pagos internacional), no para defender de corazón, o por principios morales, a los ucranianos, sino para salvar el propio culo, fuera de la política hace mucho frío. Putin, gane o pierda esta batalla, esta pataleta de viejo verde aburrido e impotente, no va a conseguir absolutamente nada, ha logrado en un tiempo récord, apenas una semana, que todo el mundo le desprecie, y lo que es peor, y bastante más injusto, a todo el pueblo ruso. Si su temor era que la OTAN se expandiese por el Este, la mejor manera de acabar con la política de bloques, lo único que legitima a Putin ante su propio pueblo, el supuesto enemigo exterior, la táctica de todos los nacionalismos excluyentes, de todos los fascismos, sus peores pesadillas se han hecho realidad, no solo ha legitimado ante la opinión pública esa expansión, sino que la ha convertido en algo imprescindible, viable. La Unión Europea, y la OTAN, van a crecer exponencialmente, dejando por completo ahogada, aislada, a Rusia, y a todos los nacionalismos periféricos, regionales, incluidos los catalanes y vascos, que saben de sobra que la invasión de Ucrania supone la puntilla definitiva a sus húmedos sueños supremacistas, eugenésicos. Por una vez va a ser verdad la irritante frase de autoayuda de toda crisis es una oportunidad, Europa, el sentimiento de pertenencia a algo superior a tu propio país, salen muy reforzados, lo que no han conseguido los Fondos Europeos, ni el programa Erasmus, lo va a conseguir la ida de olla de un estalinista de toda la vida. Por fin, YA SEMOS EUROPEOS.




Parece que los ucranianos son unos locos que han decidido desafiar a una gran potencia nuclear, pero para nosotros es la elección entre un mundo totalitario, de los herederos de Stalin, o uno democrático y liberal. El totalitario económicamente no puede sobrevivir, pero es capaz de hacer cualquier cosa por prolongar su supervivencia. Putin declaró en una conferencia internacional en Munich (2007) que Ucrania no es un Estado, es un territorio que antes perteneció parcialmente al imperio ruso y parcialmente al austrohúngaro. Hace 15 años se dijo que no existía el Estado de Ucrania y nadie quiso enterarse. Eso sí, Rusia necesitaba un tiempo para recuperar la economía, para enganchar Europa a los oleoductos y gasoductos y para crear un ejército capaz de realizar este tipo de operaciones. Es decir, toda esta amenaza ha sido pagada con el dinero de los europeos que compraban a Rusia gas y petróleo, con ese dinero se ha armado un país. A mí hoy me recuerda la tensión que se vivió en 1939.” Sergei Loznitsa





No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRÓXIMAMENTE: DIOS ES ESPAÑOL (Cultura española para hispanófobos)

  EXORDIO Sangre y sol      No todo el mundo ha tenido la tremenda suerte, desgracia, de haber nacido en España, es una evidencia estadís...