21 diciembre 2021

ESPANYA IS DIFFERENT (España es diferente) (1963) Carlos Barba



     Antes de nada una aclaración, Carlos Barba y no Carles Barba, y no por catalanofobia sino porque él firmaba así (véanse las caretas de entrada de los años 60 y 90, me temo que el abuelo ya había muerto), como CARLOS BARBA (un caso parecido al de Lorenzo Soler, al que le es indiferente que le llamen Lorenzo o Llorenç, como su web tiene como dominio lorenzosoler, y su último libro, “De barro y oro”, está firmado como Lorenzo Soler, pues yo le llamo Lorenzo). Supongo que algún familiar indepe (probablemente su hijo pequeño que se encargó de subir sus películas a vimeo) lo ha querido llevar a su cerril terreno, Carlos Barba no era nacionalista (“Sóc molt català, no independentista, i de dretes” (Soy muy catalán, no independentista, y de derechas)), y lo ha catalanizado, una infantil costumbre muy en boga. La de Franciscos, en homenaje a Paquito Franco, que milagrosamente han derivado en Francesc. El mito de que el catalán estaba prohibido con Franco es eso, un mito. Como prueba tenemos las películas de Carlos Barba, rodadas y premiadas (incluso por el Ministerio de Información y Turismo) en catalán, y ni acabó en la cárcel ni las doblaron al español. De hecho esa es una de las razones de que sea un director prácticamente desconocido, sus películas apenas se vieron fuera de Cataluña, de su Tarragona natal. El catalán es lo que tiene, que es una lengua, o dialecto para que nadie se ofenda, regional, local. Lo triste es que el catalán en la actualidad se asocia en exclusiva al independentismo, antes se asociaba al antifranquismo, y es la peor noticia para su supervivencia, cuando algo se vincula a los extremos, a los talibanes, a lo oficial, desaparece por completo porque provoca rechazo, repulsión. Si con una enseñanza casi al 100% en catalán, fenómeno llamado imposición lingüística, lo de inmersión es un eufemismo, no han conseguido que el catalán sea la lengua habitual de los catalanes, la partida está perdida, lo que no es útil, valioso, ni con sangre entra, que se lo digan al vasco y al bable.




      A diferencia de otros directores amateurs españoles, la calidad fotográfica de las películas de Barba es infinitamente mayor, y no hay mayor misterio, Barba era millonario, empresario textil (cuando el textil, la lana, era exclusiva catalana gracias a Franco, Castilla, el granero-lanero de España, de Europa, todavía no se ha recuperado de ese ostión a dos manos, unos tienen la fama y otros cardan la lana), y en lugar de un borroso, desvaído, 8mm., utilizaba un exquisito, definido, colorido, 16mm. Un formato que no estaba al alcance de muchos amateurs (sin ningún matiz peyorativo, todo lo contrario, filmar por placer, no por dinero, es la única forma digna de rodar), incluso de muchos profesionales. Que nadie vea en mi palabras un prejuicio de clase, resentimiento de pobre, hubiera sido muy cínico por parte de Barba rodar en 8mm. pudiendo hacerlo en 16mm. sin hipotecar a sus familias como hacen las nuevas hornadas de aspirantes a directores españoles. Si eliminamos de la historia del cine a los directores con posibles, con la espalda bien cubierta, nos quedamos en cuadro. Lo importante es que tengan talento, genio, al margen del dinero, el dinero lo único que hace es mejorar el acabado, comprar buenas críticas y facilitar la distribución comercial, tres cosas que francamente me resbalan por completo como espectador. Barba tiene cierto talento, sin llegar a la genialidad, para captar imágenes justas, necesarias, para el montaje hiperfluido y aparentemente aleatorio a lo “Mondo Cane”, a lo “Juguetes rotos” (1966), “Aspectos y personajes de Barcelona” (1964) podría pasar por una superficial precuela, sale incluso el Gran Gilbert, pero le falta profundizar en los temas, se queda casi siempre en la mera reproducción fotográfica, en el reportaje. Barba es más un reportero de actualidad, de sociedad, la cabra burguesa tira al monte, que un director de cine al uso, aunque utilice el sonido, los comentarios, como contrapunto irónico a sus imágenes. Digamos que a pesar de que muestra todos los espectros de la sociedad, desde la aristocracia a los bajos fondos (gracias al insulso, pan con pan, Francisco Candel, el Aldecoa catalán, que le introdujo en esos ambientes), su principal obsesión es captar la singularidad, la belleza, es más retratista que narrador, más muralista que cronista, en la línea, muy mejorada, de Joan Capdevila Nogués, aunque con el paso de los años sus películas han adquirido un poso casi antropológico, como testamentos de una Barcelona, de una Cataluña, estrafalaria, libertaria, llena de contrastes, que ya no existe. Solo queda el clasismo, el supremacismo, la cutre endogamia de la burguesía catalana, de la eterna gauche divina de la muerte. Vamos que no es el Juan Bollaín de “La Alameda(1978), ni el Val del Omar de “Fiestas Cristianas / Fiestas Profanas” (1934-35), pero tampoco un simple tomavistas, un vulgar dominguero. Su par castellano sería el entrañable Luis Cortés, "Un domingo" (1960), otra cápsula temporal de la vida cotidiana de posguerra. Su visión de España es más abierta, honesta, comprensiva, que “Lejos de los árboles” (1972) de Jacinto Esteva, hay hasta el testimonio gráfico de un gitano y su cabra subiendo la escalera en las cercanías del Tormes en Salamanca, pura mitología hispana. Más un puntito de salidismo heterosexual, y de vitriolo a lo primer Lorenzo Soler, "Antisalmo" (1970), muy recomendable, reivindicable.



De este país que tiene tantas cosas buenas y tantas cosas dolorosas, pero que yo las quiero todas mezcladas, porque todas las buenas y esta manera de ser un poco alocada, constituyen nuestra característica, nuestra forma especial de existir.” Josep M.ª de Segarra




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