El ejercicio de humor negro más alucinante de la historia del cine, probablemente también el más cinestático, cinético, lo que viene siendo movimiento, y solo movimiento. Y como el movimiento se demuestra andando, que mejor que empezar riéndose de uno mismo, el ciego protagonista es el propio director, un cachondo mental, formal. El corto, basado en una historia del propio director, incluye un guiño, revancha, a Buñuel (en concreto a la escena de “La edad de oro” en la que el protagonista daba una patada a un ciego), que como buen birojo, no soportaba a los ciegos porque decía que tenían mal mirar, una verdad incontestable. Despedirse del cine con esta genial muestra de sarcasmo es llegar al cielo con la cremallera bajada. El rodaje duró la friolera de 20 años, discontinuidad que no se aprecia en la forma, es evidente que era el proyecto soñado de toda una vida. La película favorita de la ONCE, si pudieran verla.
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