26 marzo 2025

MÚSICA PARA CONVENIOS COLECTIVOS: "Midnight - Raga Malkauns" (Medianoche) (4-VII-71 San Francisco) Pandit Pran Nath

 


EL PANDIT PRAN NATH Y EL FLAMENCO

 

      SI al pasar la vista, superficialmente, sobre las cabeceras de los artículos de este número de ABC, la del presente no le dice nada al lector, debe, con urgencia, detenerse en las breves notas que siguen.

      El Pandit Pran Nath representa una de las corrientes minoritarias más importantes que mueve a la Humanidad contemporánea. Es el principal artífice de la tendencia mística oriental, que invade al occidente, a través de la cámara de resonancia norteamericana. La idea clave de su revolución espiritual: “Dios es sonido”.

 

Desde el “Yo soy la luz” evangélico, al

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y véante mis ojos,

pues eres lumbre dellos,

y sólo para ti quiero tenellos”


de nuestro San Juan de la Cruz, los sentidos -pero especialmente el de la vista- han sido el camino natural y sobrenatural para llegar a Dios.

      La originalidad del mensaje de este gurú, maestro de meditación del siglo XX, consiste en utilizar, como vehículo para la ascesis, al elemento de mayor popularidad en las masas actuales: el sonido. El sonido en su total desnudez, sin contaminación de idea. No se trata de la palabra fónica, cargada de Logos, de “en el principio fue el Verbo”, sino de la percepción, pura y desinteresada, de notas, que alargadas penetran en el ser, llegando a su última intimidad; lo cual le ayuda a despojarse, al que las capta, de todo lo terreno. Coincide, plenamente, con lo que decía fray Luis de León de la música de Salinas:


A cuyo son divino

el alma, que en olvido está sumida,

torna a cobrar el tino

y memoria perdida

de su origen primero esclarecida.”


      No podemos evitar tener que volver a asociarlo, también, con el santo carmelita, que supo recoger, magistralmente, los efectos trascendentes en el alma, de la musicalidad de la naturaleza:


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los ríos sonoros,

el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegada

en par de los levantes de la aurora,

la música callada,

la soledad sonora

..........”


      Uno de los discípulos occidentales del Pandit Pran Nath, el norteamericano La Monte Young, se ha dedicado a registrar musicalmente los sonidos naturales: el crepitar del fuego, el aletear de las mariposas... Cuenta cómo le impresionó, en su primera infancia, el ruido del viento, al pasar por las rendijas de la cabaña de madera en que vivía. El nombre de este compositor vanguardista empezó a ser conocido en los Estados Unidos hacia el 1960. Es un buceador de sonidos interiores y un investigador científico de la sonoridad en todas sus proyecciones. Sus estudios le llevaron a interesarse en la música oriental. En el 1970 se puso en relación con el Pandit Pran Nath, después de una ceremonia iniciática se consagraron con el vínculo de gurú- discípulo. Si ello supuso un enriquecimiento religioso y musicalpara el anglosajón, el santón hindú encontró en esta amistad su vía de difusión por el Occidente.

      Intentar describir su canto nos parece imposible. La eficacia del mismo consiste en la capacidad de mantener una nota sin variaciones perceptibles, pero que inserta en el tiempo va experimentando sutiles cambios. La transformación dentro de la monotonía. El ritmo va siendo subrayado por las manos, que se mueven, con estatismo aparente, como las estrellas en el firmamento.

      Es algo muy distinto de nuestro flamenco, pero con muchos elementos comunes. Proceden de un mismo tronco, que el tiempo y el espacio han separado. Las ragas indias de tipo religioso, que entona el asceta oriental, podrían recordar, por su estilo, a las serranas. Sobre todo en el hondo lamento suspendido. Aunque en aquellas no se encuentra el halago de las notas vivaces, que incitan a la sensualidad, y que tienen una misión de contraste en la sequedad cordobesa. También encontramos ecos, por el ritmo lento y la cadencia intensa, en los tientos del Albaicín. De la media granaína tienen la gama de seriedad, pero no la ligereza. Quizá el desgarrón dolorido les acerque a la austera soleá y, sobre todo, a los tarantos de Jaén. El tema minero de estos crea un clima paralelo. Al proceso laboral humano le corresponde la búsqueda íntima del espíritu. Porque el cante del Prandit Pran Nath es un cante hacia adentro, da hipío profundo. Más que saeta en el viento, faceta de una parte del flamenco, es piedra lanzada en un pozo sin fondo, infinita. Esta interiorización es, precisamente, la que le lleva a Dios. A socavarlo en sus propias entrañas. Cada uno lo tenemos dentro, sólo es cuestión de concentrarse para oírlo.

      Aunque se ha señalado, repetidas veces, la religiosidad del cante jondo, no podría hoy incorporarse al ansia de más allá de las nuevas generaciones. Los siglos que le separan de su origen le han ido cargando de los sonidos negros, que genialmente señaló Manuel Torres -y que tanto impresionaron a Federico- que le impregnan de sensualidad y sexualidad, y dificultan su proyección mística. Las ragas incitan a la quietud, a la concentración: al olvido del cuerpo. El flamenco, por el contrario, provoca al movimiento, a la exteriorización: al culto a la carne. Lo cual nos lleva a pensar que el demonio también sea sonido. 

 


Sito Alba – ABC – 29 de julio de 1972

 

https://prannath.bandcamp.com/album/midnight-raga-malkauns 

 

 

 

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