En los 80 los provincianos iban a la capital a ver revistas. En los 20 del siglo XXI a ver musicales. ¿Hemos ganado con el cambio? Pues no, con las revistas te ríes, cuando te ríes, con los musicales no. En los 80 el maltrato, las violaciones, la prostitución, los cuernos, los defectos físicos, eran objeto de chiste, hasta los niños repetíamos la salvajada de: “relájate y disfruta”. En los 20 no se puede hacer chistes de nada. ¿Hemos ganado con el cambio? Pues sí, porque lo que hemos perdido en libertad para hacer el cabra, el mono, lo hemos ganado en concienciación, en educación. Esta revista en la actualidad sería completamente imposible, la autocensura previa la hubiera dejado reducida a la mitad, y aún así funcionaría, el libreto del charro Manuel Baz está muy bien estructurado. Las comedias de enredo siempre funcionan, el humor físico jamás envejece, porque Lina Morgan en estado de gracia, y encima por partida doble, resiste una pobre realización, cualquier texto, cualquier chiste, incluso los más machistas, Jardiel Poncela ha corrido peor suerte. Aunque en el fondo esta revista supone una especie de transición, de choque generacional, el machismo confronta con el feminismo, y este último no sale mal parado del todo, aquí las mujeres hacen lo que quieren y los hombres solo tienen el derecho al pataleo, al amago de violencia, que las mujeres se toman a chunga. Temas como la independencia de la mujer, como la infidelidad femenina, como el divorcio, como la menopausia, como el sexo, se tratan con total libertad y de manera antidramática, baste compararla con las anacrónicas de Arturo Fernández, el chatín de los cojones. Pero lo principal no es eso, lo fundamental es que te ríes, y mucho, que Lina Morgan tiene una vis cómica, un dominio del espacio escénico, insuperables. Hasta el punto de que te olvidas de los números musicales, de los infumables ballets ochenteros, que son el equivalente a los anuncios en televisión, la pausa del canario. La emisión en televisión el 27 de diciembre de 1983 (se grabó en julio, en diciembre ya no estaba en cartel), desde el Teatro La Latina (donde tuvo su estreno madrileño el 4 de diciembre de 1981), después de años de rodaje de la revista en Barcelona y Madrid, más de 800 representaciones (más de 3 millones de espectadores, y recaudación de más de 600 millones de pesetas de la época), se estrenó en el Teatro Apolo de Barcelona el 12 de diciembre de 1980 (permaneció en cartel 10 meses), supuso uno de los mayores éxitos de TVE en toda su historia, casi 20 millones de espectadores. Y no era apostar sobre seguro, era la primera vez que se emitía una revista por televisión, un género considerado muy menor, vulgar, que lo es, casi siempre. Gracias a este triunfo incontestable se multiplicaron las revistas en televisión, y el género híbrido con actuaciones musicales y números humorísticos y de magia, las galas de sábado y domingo, de las que José Luis Moreno (“Noche de fiesta”) fue el rey Midas, que se encargó de devaluar el género hasta límites insospechados, solo se salvan los “Académica Palanca”, que en algunos gags están a la altura de “Faemino y Cansado”. La revista funcionaba en España, ahora ya no tanto, por no decir nada, porque tenía una fuerte raigambre popular, social. Era la evolución lógica de la zarzuela, del cuplé picarón, y sobre todo del sainete, la picaresca modernizada. Un género a punto de desaparecer, quizás por suerte, los últimos coletazos de casticismo casposo son las diferentes variantes de “Torrente” y “Aquí no hay quien viva”. Seguro que después de verla querréis profundizar en la revista y en Lina Morgan, haceros un favor, no lo hagáis, salvo su actuación en la película “Julieta engaña a Romeo” (1965) de Zabalza. Cuando tocas pelo, lo mejor es dejarlo suelto.
«Hace ya casi un año que me pidieron en Prado del Rey que les permitiera grabar «Vaya par de gemelas», y decidí no acceder, porque no quise arriesgarme, ya que esto no se había hecho nunca en la pequeña pantalla. Es la primera vez que se graba una revista como la mía, y me daba miedo correr riesgos de crítica. Como siguieron insistiendo en televisión, al final me convencieron. He pensado que, como no voy a realizar la gira por España, todo el mundo tendrá ocasión de ver la comedia gracias a TVE.» Lina Morgan
P.D: Hay otra versión anterior editada en vídeo, de 1980, en el Teatro Apolo de Barcelona, con un cansino Antonio Ozores en el papel de Pedro Peña, el albañil, que es muy inferior.
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