15 abril 2024

PAULINE KAEL ANTOLEJÍA: "LA AVENTURA" (1961) Michelangelo Antonioni

 



En respuesta a la pregunta:

¿Cuál es la mejor película de 1961?”


     Había empezado a parecer que sólo aquellos con una mirada fresca, que trabajan en la pobreza y la inexperiencia y en países subdesarrollados, que descubrían el medio por sí mismos, podrían hacer algo nuevo e importante (como la Trilogía de Apu). El futuro de las películas parecía estar en manos de los cineastas que no sabían que todo se había hecho antes. Para aquellos con grandes tradiciones a sus espaldas el único campo a explorar parecía ser la comedia, y la comedia "negra", o, al menos, las obras que sugieren comedia negra: Eroica, Kagi, À bout de souffle, Les Cousins, Sonrisas de una noche de verano, El séptimo sello.
     La Aventura es, fácilmente, la película del año, porque Antonioni, al hacer su película sobre este mismo problema, el agotado hombre moderno, demostró que las posibilidades de expresión seria, culta, de expresión personal en el medio cinematográfico no están aún exhaustas. La Aventura es un estudio de la condición humana en los niveles sociales y económicos superiores, un estudio del hombre ajustado, comprometido, afligido por la corta memoria, el escaso remordimiento, la traición fácil. Los personajes son pasivos como si fueran post-analíticos, activos sólo tratando de descargar su ansiedad, el sexo es su único medio de contacto y comunicación. Demasiado superficiales para estar verdaderamente solos, son personas tratando de escapar de su aburrimiento en los demás y lo encuentran allí. Sólo se reconcilian con la vida por resignación. Claudia, la única capaz de amar, es derrotada como el resto; su amor se convierte en lástima.
     Es una visión estéril de la vida, pero es una
visión. Quizás la compasión esté reservada para la vida de los pobres: la corrupción de la inocencia es trágica en El limpiabotas; la intransigencia del hombre derrotado es noble en Umberto D.; la esperanza y la credulidad son la gracia salvadora de Cabiria. Pero los artistas modernos no pueden verse a sí mismos (ni a nosotros) trágicamente: con razón o sin ella, sentimos que nos derrotamos a nosotros mismos, ¿cuándo fuimos inocentes? ¿cuándo somos nobles? ¿cómo podemos ser "engañados"? El tema de Antonioni, la caída (es decir, la exposición) del hombre rico, guapo y dotado se trata de forma acumulativa y analítica, una visión oblicua y tangencial del amor y la sociedad, una visión no elevada al plano de la desesperación. En su melancolía La Aventura sugiere a Chejov. Porque es sutil y ascética, pero laboriosa a la hora de revelar sus significados, sugiere al Henry James que masticaba más de lo que mordía. Y tal vez porque los personajes usan el sexo destructivamente como un momentáneo medio de escapar de la autoconciencia humillando a otra persona, eso sugiere a D. H. Lawrence. Sobre todo, creo, que sugiere a la Virginia Woolf de Las Olas: el tono de La Aventura es "Dispares somos". Antonioni es un marxista declarado, pero de esta película creo que podemos decir que aunque él pueda creer en la crítica socialista de la sociedad, no tiene fe en la solución socialista. Cuando lo piensas, probablemente la mayoría de nosotros, más de lo que quisiéramos admitir, sentimos lo mismo. Una terrible calma se cierne sobre todo en la película; el espacio de Antononi es una especie de vacío en el que la gente se mueve sin rumbo, buscadores y perdidos son todos iguales, dispares, sin metas ni alegría.
     Para aquellos que pueden aceptar las películas o dejarlas en paz,
La Dolcevita es obviamente la película del año: la audiencia puede disfrutar de su "vicio" (el nombre que dan a sus propias fantasías cuando otra persona las lleva a cabo) y pueden alzar las manos horrorizados (mirando a través de los dedos) ante toda esa perversa decadencia y todas esas orgías.


[1961]




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