18 abril 2024

PAULINE KAEL ANTOLEJÍA: “EL BELLO ANTONIO” (1960) Mauro Bolognini

 



     Esta película menor, pero muy buena, fue muy maltratada por la prensa americana. El New York Times comenzó el ataque con: "Mucho ruido y pocas nueces sobre algo que cualquier pareja inteligente de hoy en día solventaría con un buen consejero matrimonial o quizá con un psiquiatra". La intransigente noción yanqui de que un buen psiquiatra puede curar cualquier cosa; si este concepto terapéutico de la vida y la crítica se aplicara ampliamente, Hamlet y Macbeth y Edipo y todos los demás grandes personajes del drama tampoco necesitarían más que un pequeño enderezamiento.

     El Bello Antonio no es un gran personaje, pero sí una figura desolada, y finalmente dolorosa, el joven que ha aceptado los mitos de su madre, de su padre, y de la Iglesia y no puede reconciliarlos. Cree en la pureza, pero también actúa con la creencia de su padre de que la destreza sexual es la medida del hombre. Antonio (Marcello Mastroianni, en una interpretación delicada y contenida, quizá la mejor de su carrera) es un Don Juan siciliano cuya vida se ve destruida por el conflicto entre el amor sagrado y el profano. Un gran donjuán con las mujeres a las que no respeta ni le importan, mujeres perdidas o de clase social baja, e impotente con la chica pura y de alta cuna a la que ama y con la que se quiere casar. Mauro Bolognini dirigió este amable estudio pero satírico de la virilidad y la posición social en una cultura católica, con Pierre Brasseur como el padre que se pavonea como un gallo, Rina Morelli como la madre, Claudia Cardinale como la novia pura, y Tomas Milian como el primo.

     En la adaptación de Pier Paolo Pasolini de la novela de Vitaliano Brancati, el hombre que es incapaz de hacer el amor cuando está enamorado representa toda la decadencia social y religiosa. De Antonio se espera que profese una creencia en la pureza sin creer en ella, pero Antonio realmente cree en la pureza y en el amor. Es una víctima del sistema.

    Las reacciones de los críticos americanos, casi todos hombres, a esta película
puede decirnos algo sobre el concepto americano de la virilidad. A los críticos el problema del héroe les pareció ridículo o "gracioso"; algunos se quejaron de que el problema era demasiado especial para ser de interés general, como si los americanos fueran tan viriles que no pudieran interesarse por un personaje impotente. A veces, cuando llegas a conocer a estos hombres, te preguntas a quién creen que que están engañando. (Un amigo que trabajaba para una editorial de venta por correo que sacaba uno de esos manuales sobre cómo curar la impotencia me dijo que su empresa recibió miles de pedidos, y cada hombre que escribía decía que era para un primo o un amigo. Nadie lo pidió para alguien tan cercano como un hermano). Los problemas de la virilidad no se localizan en Sicilia, ni los problemas del amor sagrado y profano tampoco. Los alardes sexuales de vendedores, comerciantes y ejecutivos junior traicionan una vida dividida: rara vez hablan de lo que hacen con sus mujeres. Uno deduce que no vale la pena presumir de ello. "Mi mujer es una señora", suelen decir. Y a veces añaden: "Eso es el problema con ella". Pero no hace falta mucha imaginación para darse cuenta de que la inhibición es igualmente suya.

     Lo que hace especialmente empática, e incluso trágica, El bello Antonio, es que el orgulloso y apuesto héroe no es ni por un instante cómico, como tan a menudo se trata, desde fuera, aquí es tratado desde el interior. La impotencia puede parecer graciosa si eres tan insensible, pero no tiene ninguna gracia vista desde el punto de vista del humillado y despreciado varón impotente. Toda su vida, Antonio anhelará poseer el ideal, y la propia intensidad de su anhelo de amor idealizado lo vencerá. Y tal vez no haya cura.


[1960]




No hay comentarios:

Publicar un comentario

PRÓXIMAMENTE: DIOS ES ESPAÑOL (Cultura española para hispanófobos)

  EXORDIO Sangre y sol      No todo el mundo ha tenido la tremenda suerte, desgracia, de haber nacido en España, es una evidencia estadís...