15 abril 2024

A WOMAN OF DISTINCTION (Los escándalos de la profesora) (1950) Edward Buzzell

 


     Por alguna extraña razón que desconozco, casi todos los cinéfilos clasicómanos asocian la palabra feminismo a la película “La fiera de mi niña” (1938) de Howard Hawks. Os refresco la memoria: Una caprichosa niña de papá, Katherine Hepburn, que gracias al domador paleontólogo Cary Grant, acaba convirtiéndose en una mujer hecha y derecha. Como se puede ver, de un feminismo salvaje. Las mujeres con carácter, machirulas, se pueden reconducir a la sagrada femineidad. Más o menos el esquema de todas las comedias románticas de la historia, incluida ésta, al menos en apariencia. Veamos las grandes diferencias, Rosalind Russell es la decana de una universidad, a mayores madre soltera. Vamos que no vive de su papá, aunque viva con su papá, viudo. Que el papá quiera que la niña se case para darle un padre a la nieta, no convierte la película en machista, sería el deseo lógico de todo padre anciano, la hija pasa de los cuarenta, no dejar a su hija sola en el mundo, si fuera hijo desearía lo mismo. No es querer casarla a toda costa porque una mujer sin un hombre no es nada, o sí, en ese caso el padre es quien sería machista, no necesariamente la película. Si la hija se pasa por el forro los deseos del padre, y hace en todo momento lo que la viene en gana sin hacer caso de la opinión de nadie, si la iniciativa de la película en todo momento la lleva ella, y demuestra una fortaleza, resolución, frialdad, a prueba de bombas, la palabra machismo no cabe. En todo momento su relación con los hombres es de igual a igual, e incluso de superioridad, quien reparte ostias como panes, también dialécticas, es ella. El final no es tanto renunciar a su carrera por amor, como renunciar a una vida aburrida, académica, por otra diferente. Nadie en su sano juicio puede pensar que una mujerona como Rosalinda, capaz de cortar la mayonesa con una mirada, con su voz grave y profunda, se va a dejar domesticar, dominar, por Ray Milland, que como Cary Grant, borda su papel de sabio despistado, más el plus de la retranca inglesa, galesa. Humor británico que recorre toda la película, los diálogos tienen más sarcasmo, dobles sentidos, de lo habitual en la comedia americana. Otro punto fuerte es que el humor no se queda ahí, en los diálogos, en los malentendidos, cuando menos te lo esperas la película transita de la alta comedia hacia la locura slapstick, hacia el absurdo. Personajes supuestamente serios, actores muy poco dados a la comedia, se ven envueltos en situaciones inverosímiles, resueltas por el director con la misma inverosimilitud, con chapuceras retroproyecciones dignas de Hitchcock, se nota que detrás del guión anda Tashlin, El Gordo y el Flaco, Porky, “Los apuros de Sally(1950), slapstick al 100%.




     Lo dicho hasta ahora serviría para explicar porqué considero que la película no es machista, y porqué considero que es una gran comedia a secas, no solo romántica, o screwball, de las mejores de los años 50. La química, para nada sexual, entre Russell y Milland es impresionante, son dos morlacos de 600 kilos, no la típica mujer achicada, arrebolada, por el machote, galán, de turno. Pero nada de eso explica el porqué considero a Buzzell un gran director, y la clave está en la fluidez, en las elipsis, en los encadenados, esta película rodada por cualquier otro director tendría que durar al menos una hora más. No es que sea la típica cámara invisible del cine clásico, Buzzell no se limita a borrar las costuras, no hay planos de transición, puentes, puntos muertos. Como si de un contrarrelojista se tratase, trata de ganar segundos en cada plano, en cada curva del guión, la película no desfallece ni un segundo, hay un ritmo constante y fluido, y gracias a las elipsis toda la película es un gran primer acto, algo que es muy complejo de hacer, algo que ningún simple artesano es capaz de hacer, solo un gran narrador. 




https://www.youtube.com/watch?v=yvWRgzyouh4





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