11 enero 2024

ALICIA EN EL PUEBLO DE MARAVILLAS (1991) Daniel Díaz Torres

 


     Las crisis en las dictaduras, casi siempre de origen económico, suelen ser una gran oportunidad creativa, un pequeño oasis de libertad. Pasó en España con la dictadura fascista de Franco en los años 60, el Nuevo Cine Español (la generación más brillante de su historia, de hecho no ha existido otra en el sentido estricto de la palabra), auspiciado por el propio Régimen (nunca se valorará lo suficiente la labor de García Escudero), una coartada para vender el aperturismo en todo el mundo, una manera inteligente de romper el bloqueo, y en la dictadura comunista de Fidel en la crisis de finales de los 80, con la Perestroika tenían el culo apretao. Aunque en el caso de Cuba más que apertura fue relajación, esa fase de toda dictadura en la que las cosas se dejan pasar por inercia, por pura indolencia. De hecho les colaron la película sin ningún problema, y eso que estaba producida por el Instituto Cubano de Cine (ICAIC), y tuvo que pasar los preceptivos filtros de guión, vamos censura, lo que eufemísticamente llaman grupos de trabajo. Solo una vez terminada se dieron cuenta de la bomba de relojería que tenían entre manos, una oda a la disidencia, y la estrenaron de tapadillo durante tres días. El director tardó años en volver a dirigir, y el Instituto Cubano de Cine perdió su escaso margen de libertad. ¿Y la cosa era para tanto? Pues la verdad es que sí, porque hasta los propios marxistas, que muy largos no son, apreciaron que tras la máscara de la sátira, del humor, se escondía una crítica salvaje a la dictadura, perdón Revolución. Al sistema clientelar cultural, en el que la cultura es lo de menos, y el adoctrinamiento, la propaganda, lo de más, por lo que la crítica se puede extender a cualquier democracia, en su vertiente pública subvencionada. Una crítica que sigue completamente vigente, lo mismo que su humor, aparentemente absurdo, y lleno de verdad, de sangre, difícilmente escucharéis tantas veces en una película el castizo, castellano, coño. Para que os hagáis una idea, es un cruce perfecto entre “Ciudad Zero”, también crítica con la dictadura comunista de Stalin, y “Amanece que no es poco”, por su costumbrismo surrealista. Si el nivel de una cinematografía se mide por la calidad de su comedia de culto, ese es mi baremo, pues Cuba milita en la Champions, en la Superliga, lo mismo que México con “Ahí está el detalle”, y España con “El grano de mostaza” (lo siento, “Amanece que no es poco” es demasiado misógina como para rendirle ningún tipo de culto, hace años que salió de mi lista de 100), no puedo decir lo mismo de Argentina, “Esperando la carroza”. De nuevo se constata que el gran humor, el atemporal, el universal, siempre es transgresor, disidente, anti-sistema. Aguante Fidel.





Una de las leyendas que se tejió después sobre la película fue que el proyecto fue semiclandestino, que le escondimos la bola a la dirección del ICAIC. Eso revela una gran ingenuidad; dudo mucho que allí se pueda esconder bola alguna. Cuando el mecanismo de producción echó a andar, a fines del 89, se trataba de una película más, y nada más. Una película que algunos vaticinaron sería exitosa y polémica, pero que nadie imaginó se convirtiera en… lo que se convirtió. Ciertamente, el mundo era una cosa en 1987, 88 e incluso 89, y algo muy distinto en 1991. Eso puede y debe entenderse.” Eduardo del Llano (responsable del grupo Nos-y-otros y co-guionista de la película)




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