05 marzo 2023

MUERA LO POLÍTICAMENTE CORRECTO



     En un país como España en el que el cine pinta menos que nada, y seguramente es bueno que así sea porque el cinéfilo es esencialmente una persona infeliz, amargada y antisocial, siempre es estimulante que exista una polémica cinematográfica, y más cuando no está centrada en el cine actual, ni en el más estrictamente comercial. Que la polémica retrate, deje con el culo al aire, más a los defensores de una película que al polemista, al provocador, también es algo muy bonico de ver, muy disfrutable. Una provocación es buena cuando logra esto, que los demás reaccionen, para bien y para mal, que algo se te remueva por dentro y te veas impelido a significarte, a ponerte de un lado o de otro. Pues bien, mi posición es clarísima, prefiero cien mil veces a un Alberto Olmos (al que he leído por primera vez en mi vida, y seguramente la última), a alguien que dice lo que piensa, lo que le gusta o no, sin miedo al ridículo, a lo que digan los demás, que a un bienqueda, a un pesebrero subvencionado del sistema, a un mediocre sin opinión ni gustos propios como Carlos F. Heredero, un vividor del cine, como tantos otros en España. Supuestamente esta polémica va de defender o atacar a Chantal Akerman, y a su película "Jeanne Dielman", que de manera inesperada, más bien teledirigida, ha sido elegida la mejor película de la historia del cine según la encuesta de Sight and Sound, una estupidez como otra cualquiera. Es literalmente imposible que una película de sobra conocida por los cinéfilos desde hace décadas, ya no digamos por los críticos y programadores, pase en el intervalo de 10 años del puesto 36 al primer puesto. Un fenómeno paranormal que solo tiene una explicación posible, condicionar la encuesta, los encuestados, para que ese fuera el resultado, una forma de congraciarse con los movimientos feministas, perdón hembristas, los únicos que reivindican esa película hace décadas por motivos exclusivamente extra-cinematograficos, lo habitual en la crítica feminista de chiringuito y/o universitaria. La película te puede gustar o no, faltaría más, pero objetivamente ni tan siquiera es una de las 5 mejores películas de Chantal Akerman, una gran directora, casi a la altura de Marguerite Duras, la directora más importante e influyente de todos los tiempos. Luego lo de la mejor película de la historia no pasa de mal chiste, seguramente es su película más coñazo, plana, aburrida, en ningún caso diría mala, tampoco buena. Pero esto es lo de menos, cada cual puede opinar lo que quiera sobre la película, y hacerlo como le dé la gana, con respeto, con educación, con argumentos, o sin ellos, simplemente provocando, aunque corras el riesgo de quedar como un subnormal. La libertad de expresión es lo que tiene, que es libre, y nadie obliga a nadie a compartir la opinión ni los gustos de los demás, ni la forma de hacerlo. Aunque haya elitistas, acomplejados de superioridad como Heredero, que piensen que no todo el mundo tiene derecho a escribir sobre cine, que es algo reservado a algunos iluminados como él, uno de los mayores inútiles y con mayor falta de criterio que ha dado España en este campo, y eso que los hay a patadas, generalmente encargados de festivales, cátedras y filmotecas. La mediocridad, la falta de personalidad, de talento, las tragaderas, y sobre todo ser un lamerón con contactos, un arrastrado de los políticos, siempre ha sido un plus para alcanzar cuotas de poder para-cinematográfico. El problema es que estos pobres hombres con privilegios, estos aspirantes a inquisidores, se sienten disminuidos, amenazados, cuando alguien se atreve a expresar una opinión contraria a la moda, a lo que el sistema considera en cada momento como políticamente correcto, una opinión que con total seguridad coincide con la suya, pero ahora no toca. A Heredero no le gusta Akerman, ni le ha gustado nunca, por lo que su defensa no es más que un acto de cinismo, de cobardía, una forma de congraciarse con el sistema, que ahora pasa por el feminismo talibán, como en los 70 pasaba por el estúpido marxismo, él siempre al sol que más calienta, como todos los que de repente han visto la luz y están enamorados de la película, aunque la hayan tenido que ver a doble velocidad. Lo más triste, repugnante, es que este supremacismo “intelectual”, intransigencia, autoritarismo, procede de personas que se autodenominan de izquierdas, un fiel reflejo de la imparable degradación de la izquierda en España, que ha pasado de defender la libertad, incluso para cometer errores, a ser su principal enemigo, censor. Ahora mismo en España hay mayor transgresión, librepensamiento, heterodoxia, tolerancia, sentido común, sensatez, en la derecha que en la izquierda, y es algo que debería hacer reflexionar, profundamente, a los supuestos progresistas de salón, de gin-tonic y club de lucecitas. Todo mi apoyo moral al provocador Alberto Olmos, y todo mi desprecio intelectual, ideológico, a los Herederos, Torquemadas, de turno.



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