03 junio 2022

SHATRANJ-E BAAD (El ajedrez del viento) (1976) Mohammad Reza Aslani

 


     Los directores iraníes son extraordinarios montadores, pero por alguna extraña razón el ojo crítico occidental solo ve planos secuencias. La fluidez mágica de sus películas la deben atribuir al Espíritu Santo. Todo lo que se sale de la habitual escala de planos: plano general, plano medio, primer plano, plano-contraplano, les parece simple torpeza, amateurismo. Pues incluso dentro de esos estrechos parámetros digamos clásicos, a la manera del cine de autor europeo más narrativo, el aristocrático italiano, Visconti, portugués, Oliveira, el cine iraní también tiene sus hitos, sus joyas universales. Dejémoslo en singular, joya universal, porque "El ajedrez del viento" es la gran película del cine iraní anterior a la llegada de los talibanes islamistas, al boom de los 90. La única que podría pasar por europea por su increíble factura formal, por su deslumbrante fotografía (inspirada en Vermeer en las tomas diurnas, y en Georges de la Tour y en "Barry Lyndon" en las nocturnas), montaje, que aún teniendo más aire que el habitual mete-saca del cine americano, no llega al extremo espacio-temporal de Kiarostami, Panahi, Saless, Jalili, Nabili o Naderi. En "El ajedrez del viento" hay fragmentación, puesta en escena, encuadres medidos, cambios de escala, belleza plástica, espectral banda sonora, sutiles, envolventes, movimientos de cámara, arte dramático, todo con cierta distancia contemplativa, aristocrática, oriental. Hay un poso de elegancia, de decadencia, de riqueza, de sibaritismo, bastante ajeno al cine iraní, casi siempre al límite de la porno miseria. Que la película no sea conocida por el común de los cinéfilos no tiene mayor misterio, fue prohibida por la dictadura islámica en 1979, y se daba por perdida hasta que en 2015 se encontraron los negativos en una tienda de antiguedades de Teherán, el propio director se encargó de sacar la copia del país antes de que la destruyeran. A partir de ahí las fundaciones World Cinema Project y Cineteca de Bologna, con el patrocinio de Georges Lucas, se encargaron de la restauración, y se presentó en 2021. Vamos que no os sintáis unos ignorantes, no se conocía ni en Irán, a pesar de ser la gran obra maestra con mayúsculas del cine iraní (con minúsculas lo es "Delbarán" de Jalili), su película más ambiciosa, valiente, apasionada, voluptuosa, oscura, sórdida, morbosa (la secuencia de lesbianismo más bella, delicada, manual, de la historia del cine). En la línea de las sagas familiares de Ripstein, de las tragedias fassbinderianas, hay hasta coro griego, buñuelianas, galdosianas, la protagonista no deja de ser una Tristana feminista y persa. Un eslabón perdido, de un país perdido culturalmente, cinematográficamente, para siempre.




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