29 diciembre 2021

CERRADO POR ASESINATO (1961) José Luis Gamboa

 



     Ni antes, ni ahora, ni después, ha sido fácil salir adelante en este país siendo independiente, un verso suelto. España, los españoles, no permiten, premian, las salidas del redil, del carril. El precio a pagar suele ser la indiferencia, el ninguneo, el desprecio, porque es un desdén, envidia, activos, no simple ignorancia, inseguridad, o falta de curiosidad, interés. El madrileño Gamboa (1910-1982) fue de los primeros directores españoles en desarrollar toda su carrera cinematográfica de forma autónoma, con su propia productora, P.C. ALFYEGA (o ALCYEGA, según el cartel), y el resultado de su osadía fue que solo pudo sacar adelante seis películas (“Perseguidos”, “Minutos antes”, “Honorables sinvergüenzas”, “La estatua”, “Juego de hombres” y ésta), que cada vez le costaba más estrenar en condiciones. Y eso que no hablamos de un director heterodoxo, o experimental, lo que todavía es peor, luchar contra el sistema con idénticas armas narrativas, comerciales, es una herejía, una utopía. Gamboa no fue un director con mayúsculas (se fogueó como ayudante de dirección de Florián Rey, “La Dolores”, y de Ruiz-Castillo, “Catalina de Inglaterra”), alguien con un estilo original y plenamente reconocible, pero tampoco un simple artesano, incluso firma, literalmente, su película al final. Al menos en esta película hay un gran trabajo formal, espacial, y con un poquito más de precisión en el montaje, sobre todo al principio, la película hubiera podido competir en pie de igualdad con las mejores películas de Rafael Gil, Sáenz de Heredia o Nieves Conde. Lo que no deja de ser un pequeño milagro porque hablamos de una película fuera de los Estudios Oficiales de bajísimo presupuesto.

 


Rodaje de la película en Albarracín


     Una película que entraña más dificultades, riesgos, de lo que parece, porque consigue aunar tres géneros distintos, el cine turístico de parejas, la comedia costumbrista, y el cine policíaco o de suspense, con excelentes resultados, algo que solo son capaces de hacer tan bien los italianos. Encima hablamos de turismo rural, en pleno desarrollismo, Teruel, Albarracín, bastante más difícil de integrar en una trama de enredo internacional (en el libro de 1958 (también fue un serial radiofónico de 20 capítulos en Radio Zamora) con el mismo título de Óscar Torre, en realidad Antonio Martínez Torre, la acción transcurría en Monte Corona, Santander). De una comedia con tintes surrealistas, codornicescos (sale hasta un ejemplar de la revista y hay una mención a Mingote), y de un cine negro que respeta el tópico de quién es el asesino pero que a la vez se toma con distancia irónica todo el proceso de investigación, en el que una amateur, una ama de casa aficionada a las novelas policíacas, la maravillosa Mara Cruz (la actriz más guapa de la hª del cine español junto a Julita Martínez), la inolvidable co-protagonista de “Siempre es domingo”, lleva todo el peso, también de la película. Cosa nada fácil porque su compañero de fatigas es el genial Rafael Alonso, en uno de los pocos protagónicos (“El baile” de Neville) de toda su carrera (como secundarios de lujo están Alfredo Mayo y Félix Dafauce, por entonces ya en horas bajas). Su presencia hace recordar otra película con logros algo mayores y premisas muy similares, comedia policíaca, aunque más comedia que policíaca, ésta es más policíaca que comedia, “El grano de mostaza”, solo un año posterior, en las dos Rafael Alonso está en estado de gracia. La trama, la estructura, a pesar de su tono de comedia ligera, está muy cuidada y resulta creíble, la podría haber firmado perfectamente el Carlos Blanco de “Peces rojos”(1955), o el Santugini de “Viaje sin destino” (1942), otro gran ejemplo de película de suspense que se ríe de sí misma sin dejar de tomarse en serio, como “Los ladrones somos gente honrada” (1941) de Pedro Luis Ramírez y "El extraño viaje" (1964) de Fernando Fernán Gómez.






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