28 diciembre 2023

CHESHME (La fuente) (1972) Arby Ovanessian

 



(Sí, lo sé, IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS estaba cerrada y más que cerrada, pero me gustan los números redondos, y 19 no lo es, 20 sí. Y no, no es una película de relleno para cubrir el expediente, es una TOP 10, una sorpresa inesperada que eleva esta antolejía al grado de excelencia. Aprovecho para meter una nueva postdata, la segunda película de Marva Nabili, “Nightsongs” (1983), que podría tener su propia entrada perfectamente, pero entonces serían 21, y llegar hasta 25 sería misión imposible sin rebajar la nota media.)


     Lo que diferencia el cine oriental del cine occidental es el sentido del tiempo, un sentido atrofiado a base de velocidad, de montaje hiperacelerado multi-cámara, el estándar de todas las películas y series actuales, y no hablo solo de cine multisala. Digamos que la estúpida inmediatez de las redes sociales, de los móviles, han convertido al espectador medio, alto y bajo, en un cagaprisas. Cualquier vacío de un segundo le inquieta, le impacienta, todo tiene que ser un continuo fluido sin agujeros, sin silencios, la única forma de tratar de mitigar su angustia, vacío, existencial. Cuando no pasan cosas es que no pasa nada, justo cuando el espectador tiene que dar la talla, cuando tiene que mirar, que absorber toda la información que le da el plano, y no solo espacial, también temporal. Muchos espectadores no comprenderán la grandeza de esta película porque no está solo en sus medidos encuadres, su punto fuerte es la duración de los planos, esos momentos de suspensión que convierten cualquier imagen, cualquier matiz lumínico, cualquier cosa, en algo sagrado, en un icono. Hablamos de un director iraní de origen armenio, luego la trascendencia, el poso, están asegurados, de hecho esta película inaugura, premeditadamente, el tempo iraní. “La fuente” es todo lo contrario a un espectáculo, a un entretenimiento, con ella no vais a poder rellenar el tiempo, despistar el aburrimiento, solo podéis aprender a disfrutar del tiempo, a regodearos en él, en lugar de luchar contra él. Si no sois capaces de valorar las esperas, de convertirlas en un potenciador de sensaciones, de sentimientos, de reflexiones, tenéis un problema, y desde luego la culpa no la tiene la película, pura pasión desapasionada, distanciada, ni yo.




He encontrado la fuente de la vida,

¡qué me importa mi vida! Rumi



Descarga:

https://mega.nz/file/TDxSgCKA#jZ9C8851XTt7Bmbt0QXAczXQWExA3E_vH8jlAzDFrbQ 

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P.D: NIGHTSONGS (Canciones nocturnas) (1983) Marva Nabili



     El 90% de los directores exiliados, ya sea de forma voluntaria o forzosa (en este caso huyendo de la Involución Islámica), se mimetizan formalmente con su país de acogida. Lo que muchos nacionalistas, supremacistas, llamarían integración, más bien desintegración, desraización. No falla, ni tan siquiera los latinos, los españoles, supuestamente culturas muy marcadas, diferenciadas, únicas, son ajenos a este proceso. Arrieta, Berzosa, Lledó, Buñuel, Arrabal, en cuanto cruzaron los Pirineos, mental o físicamente, se afrancesaron, y lo que ganaron en forma, y en cuenta corriente, lo perdieron en esencia, en potencia. Dice un refrán castellano que allí donde fueres haz lo que vieres, y la gran mayoría de directores exiliados se lo toman al pie de la letra, como buenos conversos, es la forma más cómoda, rápida, de ser aceptados, asimilados. Probablemente la única excepción sea los directores iraníes, que siguen haciendo películas formalmente persas incluso en la cuadriculada Alemania, Saless, o en la absorbente Estados Unidos, Naderi. Bueno no siempre, la infame “Copia certificada” de Kiarostami, Francia no paga traidores, a su amanerada patria. Pues bien, la pintora-poeta Nabili está dentro de ese 10% de elegidos, de directores con personalidad, raíces, a prueba de bombas. Y si en Irán se marcó una de las 10 películas formalmente más potentes de su historia, “Khake Sar Beh Morh” (El suelo sellado) (1977), también de las más transgresoras, feminismo e Islam son términos antitéticos, en los Estados Unidos repite la jugada, con una de las películas formalmente más rigurosas del cine americano de los 80. Como Nabili tampoco aspiraba a ser vampirizada en el contenido, elige un tema en el que poder meter la patita en los Estados Unidos sin sacar del todo la pezuña de Irán, el choque cultural, y generacional. Un tema que tan buenos rendimientos económicos dio a Ang Lee, “Manos que empujan” (1991) y El banquete de boda” (1993), que como buen asiático captó de inmediato los códigos narrativos, y los hizo suyos, los clonó. Nabili no, Nabili hace una película iraní fronteriza, al límite de la cámara oculta, protagonizada por asiáticos (Nabili vivía y trabajaba en Chinatown), doble riesgo, doble salto mortal, y como no tenía red, no volvió a dirigir nunca más (previamente había sido ayudante de dirección y actriz en “Siavash dar takht-e Jamshid” (1967), dirigido varios cortos en Londres y New York donde se fue a estudiar cine, ocho episodios de la serie infantil “Afsaneha-ye kohan-e Irani” (Antiguas leyendas persas) (1977-1978), y su obra maestra “El suelo sellado”).





"Por su sensibilidad y alcance, esta película de la iraní Marva Nabili... se encuentra fácilmente entre las mejores películas sobre inmigrantes, desde "Chan is Missing" de Wang a "America America" de Kazan… Cada escena… hace palpable la alienación y la explotación de los extranjeros en este país. La película consigue construir una realidad social muy compleja a través de sus increíbles detalles y los matices de las tramas paralelas cuidadosamente elaboradas. Lo agradable es que, aunque la película tiene una tesis definida, también deja a sus protagonistas amplio espacio para respirar y actuar, una combinación poco frecuente." Helen Knode



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IRÁN NOS MEA EN LOS OJOS





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