El metacine está muy bien, es normal que los directores de cine reflexionen sobre el medio, lenguaje, con que trabajan, pero casi siempre se queda en un simple ejercicio onanista, ensimismado, de escaso interés para el espectador. Los entresijos, las bambalinas, tienen su morbo, pero si no se les reviste de cierta narración, profundidad, dramaturgia, el humo de pajas impide ver más allá, que se lo digan a Truffaut, “La noche americana”, y en parte a Fellini, “Ocho y medio”. Como hablamos de un director ruso, de la época de la dictadura soviética, comunista, a mayores disidente, independiente, pues ese riesgo está solventado con creces, de hecho el título es un homenaje al cantante disidente Vladimir Vysotsky muerto en 1980, y en general a todos los artistas que luchan por tener su propia voz, “Golos” significa voz con significado, vamos voz comprometida. ¿Entonces hablamos de una película política? Pues sí pero no, o no solo, la superficie es un drama inserto en un contexto metacinematógrafico, y el fondo una metáfora política de lo anterior, demasiado cristalina para que pasara desapercibida por las autoridades, por lo que tuvo que esperar a que muriera Brezhnev para poder ser estrenada. Como buen testamento cinematográfico, fue la última película de Ilya Averbakh, que murió al poco tiempo, tiene algo de visionaria, de lapidaria, la muerte planea por ella. Resumiendo, que como el cine de la Transición en España, el equivalente al cine del Deshielo ruso, es una película a medio camino entre la libertad y el símbolo, entre el discurso y la alegoría, un medio camino que impide la vulgaridad, la superficialidad, se nota la mano de su guionista habitual Natalya Ryazantseva (“Alas” (1966) Larisa Shepitko, “Dolgie provody” (1971) Kira Muratova), y deja un amplio margen para el misterio, la fascinación, para la meta, la virtualidad. 40 años después Rusia vuelve a la casilla de salida, nunca os fiéis de un presidente de menos de metro sesenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario